22/01/2020, 14:39
El joven de blanca cabellera se giró hacia ellos dos, no se le distinguía demasiado bien por la sombra del callejón, pero se giró sin muestra de nerviosismo.
—Pues...
Parecía que el chico iba a responder a la pregunta del marionetista, pero la mujer no tardó en actuar de forma contundente. Sin dejarle acabar se abalanzó sobre el chaval, éste soltó a los bandidos y levantó las manos en señal de que no quería problemas; pero la mujer no vaciló un instante siquiera. Le propinó dos puñetazos que le dolieron hasta al kazejin, el cual se acercaba hacia ellos mientras sacaba dos kunais de su portaobjetos. La mujer tras dejar ligeramente aturdido al del pelo albino lo alzó del cuello de la túnica, estampándolo contra la pared.
Takumi, intentando que los maleantes no huyeran aprovechando esta coyuntura les puso, desde detrás, un kunai a cada uno en el cuello, haciendo una ligera presión para que no se confiaran.
—Como os vea mover un músculo siquiera os rebano el cuello, así que tranquilitos. —No era partidario de matar porque sí, pero confiaba en que ni se les ocurriera arriesgar su vida.
—¡Espera! Tomemos las cosas con calma.
—Tampoco lo dejes inconsciente, no es necesario. —Dijo sin quitar la vista de los ladrones. —¿Por qué los estabas rescatando? ¿Colaboras con ellos?
—Pues...
Parecía que el chico iba a responder a la pregunta del marionetista, pero la mujer no tardó en actuar de forma contundente. Sin dejarle acabar se abalanzó sobre el chaval, éste soltó a los bandidos y levantó las manos en señal de que no quería problemas; pero la mujer no vaciló un instante siquiera. Le propinó dos puñetazos que le dolieron hasta al kazejin, el cual se acercaba hacia ellos mientras sacaba dos kunais de su portaobjetos. La mujer tras dejar ligeramente aturdido al del pelo albino lo alzó del cuello de la túnica, estampándolo contra la pared.
Takumi, intentando que los maleantes no huyeran aprovechando esta coyuntura les puso, desde detrás, un kunai a cada uno en el cuello, haciendo una ligera presión para que no se confiaran.
—Como os vea mover un músculo siquiera os rebano el cuello, así que tranquilitos. —No era partidario de matar porque sí, pero confiaba en que ni se les ocurriera arriesgar su vida.
—¡Espera! Tomemos las cosas con calma.
—Tampoco lo dejes inconsciente, no es necesario. —Dijo sin quitar la vista de los ladrones. —¿Por qué los estabas rescatando? ¿Colaboras con ellos?