23/01/2020, 04:16
Kaido pudo sentir sus manos temblar de furia, tratando de aferrarse a su arma cuando nokomizuchi impactó la pierna. Era increíble, porque ni atinando al metal más duro, su espada le tironeaba como en aquella ocasión en particular. Fue tan así que para poder continuar su rumbo hacia adelante, tuvo que halar su apéndice que bien podría haberse quedado atascada entre la piel del Dragón. Ya había presenciado aquella habilidad, extraña e increíble a partes iguales, en su combate contra Zaide. Su idea había sido testear su límite —si es que tenía una—. pero parecía estar fallando en el intento, o al menos, sus cortes no eran suficientes para penetrar esa dura coraza. Aunque bien sabía el Umikiba que un ninja debe saber adaptarse a las dificultades. Ryū lo demostró primero al cambiar ipso facto su estrategia y pasar directo al ninjutsu. Kaido, visto lo visto, tendría que hacer lo mismo; y pronto.
No obstante, el escualo era plenamente consciente que con su próximo movimiento —en respuesta al tigre de fuego que había surgido del Dragón de Ébano—. era una apuesta arriesgada. Era como arrojar todas las monedas al cero negro en la ruleta.
¿Sería capaz de vencer a ese monstruo en un mano a mano en el arte del Ninjutsu?
—¡Suiton: Teppōdama! —exclamó con furia, tras inflar su pecho como una rana y soltar una enorme bala presurizada de agua que avanzaría cuál proyectil hacia el tigre, y que, si los Dioses estaban de su lado, lo extinguiría a tal punto de comulgar ese poder oculto en sus fauces y usarlo para que su bala siguiera su curso hacia el mismísimo Ryū.
No obstante, el escualo era plenamente consciente que con su próximo movimiento —en respuesta al tigre de fuego que había surgido del Dragón de Ébano—. era una apuesta arriesgada. Era como arrojar todas las monedas al cero negro en la ruleta.
¿Sería capaz de vencer a ese monstruo en un mano a mano en el arte del Ninjutsu?
—¡Suiton: Teppōdama! —exclamó con furia, tras inflar su pecho como una rana y soltar una enorme bala presurizada de agua que avanzaría cuál proyectil hacia el tigre, y que, si los Dioses estaban de su lado, lo extinguiría a tal punto de comulgar ese poder oculto en sus fauces y usarlo para que su bala siguiera su curso hacia el mismísimo Ryū.