23/01/2020, 19:58
(Última modificación: 23/01/2020, 20:00 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Akame soltó una carcajada.
—¿Que no he hecho nada? ¿Y cómo es que estamos teniendo esta conversación entonces, eh, Kyūtsuki? Se llama relaciones públicas —aclaró, con tono jocoso pero sin pizca de gracia—. Tómatelo como que soy vuestro manager y estoy propiciando el reencuentro de una fructífera banda de música que se separó porque ambas erais insufribles y no os soportabais mutuamente.
Lo que sí le quitó las ganas de hacer chiste y la socarronería fue la petición de Kyūtsuki. El Uchiha se quedó totalmente callado, muy serio, mientras miraba la jerinquilla que le ofrecía la Mujer de Mil Rostros. Sus ojos estaban teñidos del rojo Sharingan y tres aspas habían surgido en torno a cada pupila. Con semblante tan serio como el de una estatua de piedra, Akame paladeó cada palabra de su respuesta, muy lentamente.
—No me gusta que me tomen por idiota —siseó, como si él mismo se hubiera convertido en una serpiente—. Ándate con ojo, Kyūtsuki.
La tensión se habría podido cortar con un cuchillo. El Uchiha la saboreó durante un instante más y luego añadió.
—Si no te parece bien, entonces me marcho y no volvemos a hablar del tema. Eso sí, no te garantizo que Shikage siga en donde está ahora cuando vayas a verla.
Sus ojos brillaron con el color de la sangre.
—¿Que no he hecho nada? ¿Y cómo es que estamos teniendo esta conversación entonces, eh, Kyūtsuki? Se llama relaciones públicas —aclaró, con tono jocoso pero sin pizca de gracia—. Tómatelo como que soy vuestro manager y estoy propiciando el reencuentro de una fructífera banda de música que se separó porque ambas erais insufribles y no os soportabais mutuamente.
Lo que sí le quitó las ganas de hacer chiste y la socarronería fue la petición de Kyūtsuki. El Uchiha se quedó totalmente callado, muy serio, mientras miraba la jerinquilla que le ofrecía la Mujer de Mil Rostros. Sus ojos estaban teñidos del rojo Sharingan y tres aspas habían surgido en torno a cada pupila. Con semblante tan serio como el de una estatua de piedra, Akame paladeó cada palabra de su respuesta, muy lentamente.
—No me gusta que me tomen por idiota —siseó, como si él mismo se hubiera convertido en una serpiente—. Ándate con ojo, Kyūtsuki.
La tensión se habría podido cortar con un cuchillo. El Uchiha la saboreó durante un instante más y luego añadió.
—Si no te parece bien, entonces me marcho y no volvemos a hablar del tema. Eso sí, no te garantizo que Shikage siga en donde está ahora cuando vayas a verla.
Sus ojos brillaron con el color de la sangre.