23/01/2020, 21:04
Kyūtsuki negó con la cabeza. En aquella guerra de voluntades, de ver quién tenía más que perder de los dos, ninguno parecía ceder. Ninguno quería. Ninguno podía.
—Es ahí dónde te equivocas, Akame —dijo, despacito. Como el maestro al alumno que va retrasado en clase—. Yo no necesito tu sangre para transformarme, necesitaría un trozo de tu piel. Pregúntaselo a Kaido, sino me crees. Además, no sé por qué iba a querer transformarme en alguien tan feo.
Akame no detectó mentira alguna en la voz de Kyūtsuki. Ni cuando le dijo sobre que necesitaba piel, ni cuando le llamó feo. Aunque, bueno, si hubiese mentido, tampoco es como si se hubiese dado cuenta.
La Mujer Sin Rostro no se dejó intimidar. ¿Estaba asustada? Algo. Pero sabía disimularlo bien. Desde que tenía uso de conciencia, siempre había dominado sus emociones, y no al revés. Además, cuanto más hablaba Akame, más claro lo tenía. El mero hecho de que un tipo tan reservado como él hablase tanto ya era una prueba de que se estaba poniendo nervioso. ¿Iba a matar a Shikage? ¿Cuándo momentos antes había dicho que era ella quien tenía lo que buscaba? ¿Iba a tratar de matarla, justo encima de la entrada a Ryūgū-jō? ¿Justo encima de Ryū? Y momentos antes había asegurado que, sino quería su oferta, se marchaba y no volvía a sacar el tema. Estaba lleno de contradicciones.
No, lo que Kyūtsuki veía en todo esto era a alguien cediendo. Él ansiaba aquel poder que buscaba más de lo que quería admitir ante ella. Y ella… Bueno, ella también ansiaba lo que Shikage podía ofrecerle. Pero, hasta el momento, estaba ocultándolo mejor.
—¿Matarme? Creo que me has tomado por quien no soy, Akame. Pero estoy deseando ver cómo lo intentas. —Se quedó muda por un instante. Inmóvil. No trató de intimidarle con su presencia. No hizo amago alguno de atacar. Ni de subir la guardia. Simplemente permaneció quieta, esperando—. ¿Ofrecerte algo? —Akame no quería que le ofreciesen algo, Akame lo que quería era agarrarse a una excusa para no herir su orgullo. Eso creía ella, y eso iba a intentar darle. Era lo más práctico—. Si un día me llegas con el pulmón reventado, te salvaré la vida. —¿Le servía eso?—. Si algún día quieres conocer un secreto, el que sea, de quién sea, te lo daré. Uno solo —advirtió—. O, si algún día te cansas de esos ojos…
»… yo te los cambiaré. Los Uchiha sois aficionados a eso, por lo que tengo oído. Eso sí, los ojos te los traes tú.
—Es ahí dónde te equivocas, Akame —dijo, despacito. Como el maestro al alumno que va retrasado en clase—. Yo no necesito tu sangre para transformarme, necesitaría un trozo de tu piel. Pregúntaselo a Kaido, sino me crees. Además, no sé por qué iba a querer transformarme en alguien tan feo.
Akame no detectó mentira alguna en la voz de Kyūtsuki. Ni cuando le dijo sobre que necesitaba piel, ni cuando le llamó feo. Aunque, bueno, si hubiese mentido, tampoco es como si se hubiese dado cuenta.
Atributo descubierto: Carisma 80
La Mujer Sin Rostro no se dejó intimidar. ¿Estaba asustada? Algo. Pero sabía disimularlo bien. Desde que tenía uso de conciencia, siempre había dominado sus emociones, y no al revés. Además, cuanto más hablaba Akame, más claro lo tenía. El mero hecho de que un tipo tan reservado como él hablase tanto ya era una prueba de que se estaba poniendo nervioso. ¿Iba a matar a Shikage? ¿Cuándo momentos antes había dicho que era ella quien tenía lo que buscaba? ¿Iba a tratar de matarla, justo encima de la entrada a Ryūgū-jō? ¿Justo encima de Ryū? Y momentos antes había asegurado que, sino quería su oferta, se marchaba y no volvía a sacar el tema. Estaba lleno de contradicciones.
No, lo que Kyūtsuki veía en todo esto era a alguien cediendo. Él ansiaba aquel poder que buscaba más de lo que quería admitir ante ella. Y ella… Bueno, ella también ansiaba lo que Shikage podía ofrecerle. Pero, hasta el momento, estaba ocultándolo mejor.
—¿Matarme? Creo que me has tomado por quien no soy, Akame. Pero estoy deseando ver cómo lo intentas. —Se quedó muda por un instante. Inmóvil. No trató de intimidarle con su presencia. No hizo amago alguno de atacar. Ni de subir la guardia. Simplemente permaneció quieta, esperando—. ¿Ofrecerte algo? —Akame no quería que le ofreciesen algo, Akame lo que quería era agarrarse a una excusa para no herir su orgullo. Eso creía ella, y eso iba a intentar darle. Era lo más práctico—. Si un día me llegas con el pulmón reventado, te salvaré la vida. —¿Le servía eso?—. Si algún día quieres conocer un secreto, el que sea, de quién sea, te lo daré. Uno solo —advirtió—. O, si algún día te cansas de esos ojos…
»… yo te los cambiaré. Los Uchiha sois aficionados a eso, por lo que tengo oído. Eso sí, los ojos te los traes tú.