26/01/2020, 00:10
(Última modificación: 26/01/2020, 00:10 por Aotsuki Ayame.)
Y sus palabras parecieron romper algo en Kincho, en Kaido. Su gesto se contrajo en una profunda mueca de dolor y su cuerpo se encogió hasta terminar postrado en el suelo. Se sostenía el brazo, clavándose las uñas en el tatuaje del Dragón. Parecía estar sufriendo. Sufría. Sufría más que nunca.
Y entonces alzó los ojos hacia ella. Rotos. Y Ayame vio más allá de ellos. Vio a un tiburón atado con cadenas de fuego que carcomían su piel cada vez que se revolvía.
—A... Ayame. Ayame, ayúdame... —suplicó, con un extraño tono de voz.
Y el corazón de Ayame galopó con fuerza en su pecho.
—¡Kaido! ¡Kaido! —exclamó, con los ojos llenos de lágrimas. Soltó el kunai y echó a correr hacia él, pero Kokuō la retuvo, tomándola por el brazo.
—¡Tenga cuid...!
—¡¡Suéltame, necesita nuestra ayuda!! —gritó, soltándose del agarre para acudir a la ayuda de su amigo, pasando los brazos a ambos lados de su cuello y abrazándole con fuerza—. ¡Kaido, estoy aquí! ¡Estoy aquí! ¡No te preocupes! ¡No te preocupes! ¡Te ayudaré!
Sus manos se habían entrelazado tras su espalda...
Y entonces alzó los ojos hacia ella. Rotos. Y Ayame vio más allá de ellos. Vio a un tiburón atado con cadenas de fuego que carcomían su piel cada vez que se revolvía.
—A... Ayame. Ayame, ayúdame... —suplicó, con un extraño tono de voz.
Y el corazón de Ayame galopó con fuerza en su pecho.
—¡Kaido! ¡Kaido! —exclamó, con los ojos llenos de lágrimas. Soltó el kunai y echó a correr hacia él, pero Kokuō la retuvo, tomándola por el brazo.
—¡Tenga cuid...!
—¡¡Suéltame, necesita nuestra ayuda!! —gritó, soltándose del agarre para acudir a la ayuda de su amigo, pasando los brazos a ambos lados de su cuello y abrazándole con fuerza—. ¡Kaido, estoy aquí! ¡Estoy aquí! ¡No te preocupes! ¡No te preocupes! ¡Te ayudaré!
Sus manos se habían entrelazado tras su espalda...
2 AO
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