26/01/2020, 21:38
No podía hacer nada ya para evitar que su técnica transcurriera en el tiempo, así como tampoco pudo evitar que un miedo intrínseco recorriera su cuerpo al comprobar el cómo esas extrañas tonalidades que cubrían el rostro de Ryū, marcas que no eran sólo un detalle estético, sino que parecían traer consigo un poder inmenso —o así lo había demostrado en el Kaji Saiban—. aparecían en él. Y con ellas, el Dragón recuperó su esencia de manera tal que fue capaz, una vez más, de escupir fuego por sus fauces.
Las técnicas impactaron en sus respectivas víctimas prácticamente al unísono. Su torbellino había elevado a Ryū en una fulgurante poder giratorio hasta dejarlo expedido en el aire, y haciéndolo caer por la gravedad como la haría una inmensa bola de plomo. Kaido, finalmente, sólo fue capaz de confiar en sus capacidades innatas y recibir el aliento del dragón como si fuera parte de él. Puso las manos en frente de las fauces del Dragón chino y gritó sin contemplación a medida de que su cuerpo iba asimilando el calor de la técnica y generando estelas de vapor a causa de la acelerada forma en la que actuaba el Suika. Cuando llegó la explosión, Umikiba Kaido explotó en cientos y cientos de gotas de agua que se desperdigaron por el hielo resquebrajado y que no buscaron unirse sino hasta pasados unos segundos, cuando las secuelas del Gōryūka hubiesen cesado.
Vivo, pero sumamente herido y exhausto; el gyojin se formó a unos cuantos metros de su oponente. No hizo nada, porque no era capaz. No tenía aliento. Y aunque no tenía ni una herida, la conmoción estaba ahí, haciendo que los huesos le dolieran como si estos hubiesen sido calcinados. Kaido volvió a sonreír.
—Eres una maldita bestia —soltó entre largas bocanadas de aire—. incluso en este estado, has logrado llevarme al límite. Si hubiera luchado contigo antes del Kaji...
No hubiese tenido ninguna chance de ganar. Sencillamente, ninguna.
Las técnicas impactaron en sus respectivas víctimas prácticamente al unísono. Su torbellino había elevado a Ryū en una fulgurante poder giratorio hasta dejarlo expedido en el aire, y haciéndolo caer por la gravedad como la haría una inmensa bola de plomo. Kaido, finalmente, sólo fue capaz de confiar en sus capacidades innatas y recibir el aliento del dragón como si fuera parte de él. Puso las manos en frente de las fauces del Dragón chino y gritó sin contemplación a medida de que su cuerpo iba asimilando el calor de la técnica y generando estelas de vapor a causa de la acelerada forma en la que actuaba el Suika. Cuando llegó la explosión, Umikiba Kaido explotó en cientos y cientos de gotas de agua que se desperdigaron por el hielo resquebrajado y que no buscaron unirse sino hasta pasados unos segundos, cuando las secuelas del Gōryūka hubiesen cesado.
Vivo, pero sumamente herido y exhausto; el gyojin se formó a unos cuantos metros de su oponente. No hizo nada, porque no era capaz. No tenía aliento. Y aunque no tenía ni una herida, la conmoción estaba ahí, haciendo que los huesos le dolieran como si estos hubiesen sido calcinados. Kaido volvió a sonreír.
—Eres una maldita bestia —soltó entre largas bocanadas de aire—. incluso en este estado, has logrado llevarme al límite. Si hubiera luchado contigo antes del Kaji...
No hubiese tenido ninguna chance de ganar. Sencillamente, ninguna.