27/01/2020, 01:28
—¡YONDAIME-SAMA! ¡AOTSUKI! —exclamó una voz, y Ayame giró la cabeza, alarmada. King Roga había acudido al lugar de la refriega, al mismísimo epicentro de la batalla. Aquello no podía ser peor—. ¿De qué hablas? ¿Quién lo está manipulando?
—¡Roga...! ¡Vete...! ¡Esto... es peligroso! —exclamó Ayame, resollando, pero aún sin soltar el sello formulado. Necesitaba seguir curándose.
Pero...
—No, Ayame; ¡No! —bramó Kaido, alzando los brazos hacia el cielo, exultante. Colérico. Los señalaba a todos—. ¡Son ellos, los Kage, los que nos manipulan a todos nosotros! he sido el único en entender que hay vida fuera de ser un peón más en el tablero de estos cabrones! ¿No ves como nos controlan? ¿como si fuéramos unas insulsas piezas de un tablero de g...
Pero Yui no estaba dispuesta a escuchar lo que El Tiburón tuviera que decir. Ayame sintió que se le ponía el vello de punta de repente ante la misma presencia de la mujer. Nunca antes se había sentido así, ni siquiera cuando la estaba amenazando con sus propias espadas, cuando su cuello dependía literalmente, de ello.
—¡¡VIVA AMEGAKURE HIJO DE LA GRAN PUTA!! ¡¡JAJAJAJA!!
Yui había desaparecido de la vista de todo el mundo, incluso de la de Ayame. Apareció de repente frente a Kaido, y su pierna se movió como un martillo hacia su torso.
—¡YUI-SAMA! —suplicó una casi desvanecida Ayame.
—¡Roga...! ¡Vete...! ¡Esto... es peligroso! —exclamó Ayame, resollando, pero aún sin soltar el sello formulado. Necesitaba seguir curándose.
Pero...
—No, Ayame; ¡No! —bramó Kaido, alzando los brazos hacia el cielo, exultante. Colérico. Los señalaba a todos—. ¡Son ellos, los Kage, los que nos manipulan a todos nosotros! he sido el único en entender que hay vida fuera de ser un peón más en el tablero de estos cabrones! ¿No ves como nos controlan? ¿como si fuéramos unas insulsas piezas de un tablero de g...
Pero Yui no estaba dispuesta a escuchar lo que El Tiburón tuviera que decir. Ayame sintió que se le ponía el vello de punta de repente ante la misma presencia de la mujer. Nunca antes se había sentido así, ni siquiera cuando la estaba amenazando con sus propias espadas, cuando su cuello dependía literalmente, de ello.
—¡¡VIVA AMEGAKURE HIJO DE LA GRAN PUTA!! ¡¡JAJAJAJA!!
Yui había desaparecido de la vista de todo el mundo, incluso de la de Ayame. Apareció de repente frente a Kaido, y su pierna se movió como un martillo hacia su torso.
—¡YUI-SAMA! —suplicó una casi desvanecida Ayame.