27/01/2020, 15:24
Tras noquear al desdichado Búho, los pasos y puchicheos de gente que se dirigían hacia el sitio se hicieron palpables. No era de extrañar, los bramidos de Búho habrían despertado a medio vecindario. En un pueblo tan pequeño, no había ni modo de que éstas cosas no se extendiesen más rápido que la pólvora. Rao desesperó, y suplicó al Inuzuka que se llevase de allí lo más rápido posible al tipejo.
—Eso está hecho, Rao —contestó.
Tomó al sujeto como si de una gran bolsa de patatas se tratase, y lo cargó al hombro. Sin más, comenzó a correr hacia ese sitio que había descubierto en ese mismo día. Akane no acompañó a Etsu en ésta ocasión, muy a su pesar. Tenía algo más importante que hacer, vigilar la mercancía en lo que su hermano regresaba. Sabía perfectamente que si tanto se había esforzado ese tipejo en azotar y amenazar a los otros para llevarlo, importante debía ser. Quizás era droga, o simplemente algo de lo que querían sacar tajada. Fuese como fuese, podían intentar reclamarlo.
Entre tanto, Etsu corrió a toda velocidad hacia el escondite secreto del niño, la casa del árbol. Sabía perfectamente como abrir la puerta oculta, bueno cómo hacer bajar las escaleras más bien dicho. Tenía acceso, y tenía un lugar que pocos conocerían. Sin demora, subiría a Búho a la casa del árbol, donde lo amordazaría y ataría.
No estaba siendo de lo más decente que hubiese hecho como shinobi... pero la vida de un shinobi no siempre te permite tener las manos limpias. Además, éste tipejo y los otros tres que lo acompañaban, de seguro merecían vivir un poco en sus carnes lo que les hacían al resto.
—Eso está hecho, Rao —contestó.
Tomó al sujeto como si de una gran bolsa de patatas se tratase, y lo cargó al hombro. Sin más, comenzó a correr hacia ese sitio que había descubierto en ese mismo día. Akane no acompañó a Etsu en ésta ocasión, muy a su pesar. Tenía algo más importante que hacer, vigilar la mercancía en lo que su hermano regresaba. Sabía perfectamente que si tanto se había esforzado ese tipejo en azotar y amenazar a los otros para llevarlo, importante debía ser. Quizás era droga, o simplemente algo de lo que querían sacar tajada. Fuese como fuese, podían intentar reclamarlo.
Entre tanto, Etsu corrió a toda velocidad hacia el escondite secreto del niño, la casa del árbol. Sabía perfectamente como abrir la puerta oculta, bueno cómo hacer bajar las escaleras más bien dicho. Tenía acceso, y tenía un lugar que pocos conocerían. Sin demora, subiría a Búho a la casa del árbol, donde lo amordazaría y ataría.
No estaba siendo de lo más decente que hubiese hecho como shinobi... pero la vida de un shinobi no siempre te permite tener las manos limpias. Además, éste tipejo y los otros tres que lo acompañaban, de seguro merecían vivir un poco en sus carnes lo que les hacían al resto.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~