27/01/2020, 17:38
Akame asintió con una sonrisa extremadamente amable y tranquila en el rostro, haciendo otra reverencia justo antes de que aquella genin entrometida violase descaradamente su espacio personal para asomarse por debajo del kasa de paja y contemplar en todo su esplendor el rostro desfigurado del Uchiha. Éste se apartó un momento, como si le diese vergüenza, mientras la genin se disculpaba.
—No es necesario que te disculpes, Hana. ¿Puedo llamarte Hana? —aventuró luego, algo tímido—. Me llamo Kakita Bendō, solía trabajar de ayudante en una forja de por aquí. Es donde me ocurrió esto —añadió, explicativo—. Desde entonces no he sido capaz de volver a acercarme a una forja.
Bendō parecía un muchacho amable pero muy tímido, y hablaba como si constantemente tuviera que dar explicaciones por todo. Era un papel que Akame había ensayado bastante y —tal vez gracias a cierto Uchiha calvo que le había dado unas cuantas clases— que a ojos de una persona no muy observadora podía resultar extremadamente convincente. La barba se la había dejado por añadir una capa más al atrezzo, una barba poco frondosa pero que le cubría por completo la parte inferior de su rostro.
—¿Has venido aquí a comprar algún artilugio ninja? —preguntó el supuesto Bendō—. Cuando trabajaba en la forja veía a shinobis de tu Aldea todo el día, compraban mucho allí. Aunque ahora está apagada, ni siquiera sé qué fue del viejo dueño, así que lamentablemente no voy a poder recomendártela.
—No es necesario que te disculpes, Hana. ¿Puedo llamarte Hana? —aventuró luego, algo tímido—. Me llamo Kakita Bendō, solía trabajar de ayudante en una forja de por aquí. Es donde me ocurrió esto —añadió, explicativo—. Desde entonces no he sido capaz de volver a acercarme a una forja.
Bendō parecía un muchacho amable pero muy tímido, y hablaba como si constantemente tuviera que dar explicaciones por todo. Era un papel que Akame había ensayado bastante y —tal vez gracias a cierto Uchiha calvo que le había dado unas cuantas clases— que a ojos de una persona no muy observadora podía resultar extremadamente convincente. La barba se la había dejado por añadir una capa más al atrezzo, una barba poco frondosa pero que le cubría por completo la parte inferior de su rostro.
—¿Has venido aquí a comprar algún artilugio ninja? —preguntó el supuesto Bendō—. Cuando trabajaba en la forja veía a shinobis de tu Aldea todo el día, compraban mucho allí. Aunque ahora está apagada, ni siquiera sé qué fue del viejo dueño, así que lamentablemente no voy a poder recomendártela.