27/01/2020, 19:18
El camarero sirvió las dos copas de refresco, y dejó las botellas a sendos lados de las mismas. Tras dejar la bebida, se centró en la comida; dejando en el centro de la mesa un plato con cuatro brochetas de pollo, las cuales estaban bañadas en una salsa de soja. Etsu contuvo el aliento, se temía que ya iba a tener que lidiar con la gula de su can, pero sorprendentemente no tuvo que decirle que se lo tomase con calma.
¿Acaso Akane ya estaba lleno?
Ni por asomo, la gula de ese animal no tenía límites. El de rastas observó al huskie, y la mirada de éste se perdía hacia otra mesa cercana. Etsu llevó su vista hacia el punto de inflexión, y allí encontró a una chica rubia. Quizás hubiese podido decir que una chica cualquiera, pero no era una cualquiera. Atada a su frente portaba una bandana que la identificaba como shinobi de Uzushiogakure. Se trataba de una de las compatriotas de Datsue...
Por un momento pensó en pasar del tema, hacer caso omiso a la presencia de esa chica. Pero por otro lado, una absurda idea se le pasó por la mente, y quizás podía hacerla realidad.
«¡Nah!»
Dejó caer un suspiro, y le propinó un buche a su refresco. Akane por su parte hizo lo mismo, a su manera. Le pegó un soberano lametón al contenido de su copa, de tal manera que casi la tira. Arqueó una ceja, y alzó el rostro. Se quejaba sutilmente a Etsu de que en esa forma no podía beber en condiciones, ni disfrutar de la comida.
—No tío, ya llevas diez pinchitos y tres refrescos. No hay motivos para que —precisamente ahora— te transformes —miró de reojo a la chica —¿o acaso quieres transformarte para sentarte junto a ella?
Con no demasiada modestia, el rastas elevó un par de veces las cejas —¿eh, pillín?
Akane cambió radicalmente la muneca de su cara, volviendo a tomar en ésta una clara disconformidad con lo dicho por Etsu.
—Deberías buscarte mejor a una caniche, o no sé... una pastor alemán de esas bien sexy...
¿Acaso Akane ya estaba lleno?
Ni por asomo, la gula de ese animal no tenía límites. El de rastas observó al huskie, y la mirada de éste se perdía hacia otra mesa cercana. Etsu llevó su vista hacia el punto de inflexión, y allí encontró a una chica rubia. Quizás hubiese podido decir que una chica cualquiera, pero no era una cualquiera. Atada a su frente portaba una bandana que la identificaba como shinobi de Uzushiogakure. Se trataba de una de las compatriotas de Datsue...
Por un momento pensó en pasar del tema, hacer caso omiso a la presencia de esa chica. Pero por otro lado, una absurda idea se le pasó por la mente, y quizás podía hacerla realidad.
«¡Nah!»
Dejó caer un suspiro, y le propinó un buche a su refresco. Akane por su parte hizo lo mismo, a su manera. Le pegó un soberano lametón al contenido de su copa, de tal manera que casi la tira. Arqueó una ceja, y alzó el rostro. Se quejaba sutilmente a Etsu de que en esa forma no podía beber en condiciones, ni disfrutar de la comida.
—No tío, ya llevas diez pinchitos y tres refrescos. No hay motivos para que —precisamente ahora— te transformes —miró de reojo a la chica —¿o acaso quieres transformarte para sentarte junto a ella?
Con no demasiada modestia, el rastas elevó un par de veces las cejas —¿eh, pillín?
Akane cambió radicalmente la muneca de su cara, volviendo a tomar en ésta una clara disconformidad con lo dicho por Etsu.
—Deberías buscarte mejor a una caniche, o no sé... una pastor alemán de esas bien sexy...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~