29/01/2020, 20:25
(Última modificación: 5/02/2020, 18:02 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.
Razón: Hueco para nuevos añadido
)
Tomo este tema con mi hueco para usuarios nuevos
”Uno, dos, tres, cuatro. Uno, dos, tres, cuatro.”
Ranko corría mientras intentaba mantener una respiración constante. Su familia había llegado al Valle de los Dojos, y la de la trenza había decidido explorar un poco el bosque al sureste. Sabía que se había alejado, tal vez un poquito más de lo esperado, de la senda, pero el lugar era tan agradable que había decidido entrenar un poco. Sus pulmones no tardaron en acostumbrarse a correr alimentados del aire del País del Fuego.
"Uno, dos, tres, cuatro."
Saltó hacia un árbol y, concentrando chakra en sus pies, intentó saltar de un árbol a otro bajo el mismo tempo. Dejaba un rastro de astillas detrás, pues requería más esfuerzo por parte de sus piernas.
"Uno, dos, tres, cuatro."
Pronto había dejado el frío de aquella mañana detrás, y no tenía más enfrente que un extenso bosque, sonidos de ambientación de animales y una melena verde.
"Uno, dos… ¿Ah?"
Distraída por un segundo, volteó hacia un lado. ¡Helo ahí! A unos metros de él, el boxeador de Kusagakure, Tsukiyama Daigo, frente a una rubia desconocida.
"¿Daigo-san? ¡Qué alegría verle! ¿Pero qué hará aquí con esa chica? ¿Será que…?"
El cálculo del salto falló y el pie de Ranko resbaló. Haciéndola caer del árbol y rodar en el suelo hasta que se perdió su inercia.
"AAAAAAAAH CIELOSCIELOSCIELOS. ¡No puede ser que haya pasado tal vergüenza en medio de un bosque! ¡¿Qué probabilidades había de toparse con gente aquí?!" vociferó la voz mental de Ranko mientras la chica enterraba el rostro entre los brazos, boca abajo.
Sin embargo, la kunoichi se forzó a ponerse de pie, acercarse a unos metros de la pareja y, con piernas temblorosas y un rostro colorado, dedicarles una muy profunda reverencia.
—¡D-d-disculpen p-por la-la interrupción!
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