31/01/2020, 01:16
(Última modificación: 31/01/2020, 01:16 por Inuzuka Etsu.)
Etsu se disponía a levantarse para irse, aunque antes preguntó a su hermano si estaba de acuerdo. Se ayudó poniendo ambas manos sobre la mesa, y se comenzó a erguir, creyendo que su can estaría en igual condición, pero su error fue abismal. El perro —su gemelo— estaba atento al supuesto show, con el segundo pinchito en la mano, lanzándole un bocado.
—¿En serio? —se quejó el rastas.
Y tan en serio.
El clon del rastas se deleitaba con el espectáculo, disfrutando de la carne entre sus dientes. Etsu, indignado, deshizo la técnica, haciendo que el huskie volviese a tomar su forma habitual. Akane, al verse de nuevo con su aspecto canino, llevó su mirada al rastas en una mueca que claramente reflejaba su desconformidad. Pero poco le importó, de nuevo llevó su mirada hacia las chicas.
—Los ilusionismos mayores se dividen en dos grandes grupos, señoras y señores. El primero es el más fácil, el arte de hacer desaparecer algo. El segundo es el más complicado, el arte de hacer aparecer algo. Yo, Fukuume, les mostraré que las leyes de la física y la materia pueden moldearse con facilidad.
»Atentos, mírenme con atención —la mujer buscó todas las escasas miradas, pues el público no era muy grande. Avanzó un poco, y tomó el plato de una mesa cercana. La mesa ya había sido abandonada, pero aún no la habían recogido, y por ello aprovechó la ocasión presentada. Alzó el susodicho plato, y lo mostró al resto de comensales; el plato tenían aún restos de comida, pasta con algún tipo de salsa marrón.
—¿Ven éstos restos de comida? —preguntó la chica.
«¿Qué diantres...? ¿es una ilusionista de sobras?»
La chica se quitó con la siniestra la chistera, y con un par de giros muy gráciles de la misma, la dejó boca arriba —¡Mona ero kito sena! —y derramó sobre el orificio de la chistera todas las sobras del plato. La mujer, tras esa ejecución de palabras y acción, dejó de nuevo el plato en la mesa, y alzó la chistera aún en la misma posición.
—Con las palabras adecuadas, todo es nada, y nada es todo.
Las ayudantes comenzaron a señalar con ambas manos abiertas la chistera, agitandolas en un absurdo y recreativo llamamiento de atención para la misma. Con ello, y tras haberse pronunciado, la chica giró la chistera.
Nada cayó al suelo.
Tanto fue así, que la chica se atrevió a volver a ponerse la chistera, sin preocupación alguna de que los restos de comida le pudiesen atacar. Algunos lugareños, absortos, comenzaron a aplaudir. Otros, muy recelosos, llevaron sus vistas hacia otro lado, como si aquello no fuese con ellos. Etsu estaba en el segundo grupo, mientras que Akane pertenecía al primero.
—¿En serio? —se quejó el rastas.
Y tan en serio.
El clon del rastas se deleitaba con el espectáculo, disfrutando de la carne entre sus dientes. Etsu, indignado, deshizo la técnica, haciendo que el huskie volviese a tomar su forma habitual. Akane, al verse de nuevo con su aspecto canino, llevó su mirada al rastas en una mueca que claramente reflejaba su desconformidad. Pero poco le importó, de nuevo llevó su mirada hacia las chicas.
—Los ilusionismos mayores se dividen en dos grandes grupos, señoras y señores. El primero es el más fácil, el arte de hacer desaparecer algo. El segundo es el más complicado, el arte de hacer aparecer algo. Yo, Fukuume, les mostraré que las leyes de la física y la materia pueden moldearse con facilidad.
»Atentos, mírenme con atención —la mujer buscó todas las escasas miradas, pues el público no era muy grande. Avanzó un poco, y tomó el plato de una mesa cercana. La mesa ya había sido abandonada, pero aún no la habían recogido, y por ello aprovechó la ocasión presentada. Alzó el susodicho plato, y lo mostró al resto de comensales; el plato tenían aún restos de comida, pasta con algún tipo de salsa marrón.
—¿Ven éstos restos de comida? —preguntó la chica.
«¿Qué diantres...? ¿es una ilusionista de sobras?»
La chica se quitó con la siniestra la chistera, y con un par de giros muy gráciles de la misma, la dejó boca arriba —¡Mona ero kito sena! —y derramó sobre el orificio de la chistera todas las sobras del plato. La mujer, tras esa ejecución de palabras y acción, dejó de nuevo el plato en la mesa, y alzó la chistera aún en la misma posición.
—Con las palabras adecuadas, todo es nada, y nada es todo.
Las ayudantes comenzaron a señalar con ambas manos abiertas la chistera, agitandolas en un absurdo y recreativo llamamiento de atención para la misma. Con ello, y tras haberse pronunciado, la chica giró la chistera.
Nada cayó al suelo.
Tanto fue así, que la chica se atrevió a volver a ponerse la chistera, sin preocupación alguna de que los restos de comida le pudiesen atacar. Algunos lugareños, absortos, comenzaron a aplaudir. Otros, muy recelosos, llevaron sus vistas hacia otro lado, como si aquello no fuese con ellos. Etsu estaba en el segundo grupo, mientras que Akane pertenecía al primero.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~