3/02/2020, 03:41
Y aunque el joven de Uzushio era capaz de mantener a raya su curiosidad, el de Hanamura gozaba de su necesidad por develar lo oculto y lo no mencionado. Para él no había pregunta que mereciese la condena de ser enterrada en el después.
—¿Eso estaban tratando de robar, una marioneta? —pregunto, con una calma que le hacía parecer educado.
—No lo sé: no se me dijo lo que hay en la caja, solo sé que es valioso y que tengo que llevarlo a casa —admitió, casi con orgullo, sosteniendo con fuerza el paquete.
—Pese a los problemas, parece que podrás cumplir con tu tarea.
—Si… Bueno, aún tengo mucho que explicar —dijo mientras daba la vuelta en una esquina.
Puede que los jóvenes no lo notasen, pero hacía rato que Tamayo les estaba guiando por la zona alta de la ciudad. Las casas sencillas y las calles pequeñas hacía rato que habían quedado atrás, para dar paso a variedad de fincas urbanas con paredes altas y edificios enormes. Finalmente, se detuvieron frente a una de tantas. La oscuridad comenzaba a reinar y aún no habían encendido las luces, por lo que no resultaba posible ver el nombre de la entrada.
—Esperen aquí un momento —dijo, dejándoles en medio de la calle y acercándose a la puerta.
Los jóvenes tuvieron que quedarse allí esperando, mientras un guardia salía al encuentro de la mujer. No se podía escuchar de que hablaban, pero ella parecía estarle tratando de explicar la situación. Tamayo entro y desapareció durante unos minutos que se hicieron eternos, de suerte que cuando salió sintió alivio de que los jóvenes no se marchasen.
—Siento haberme tardado tanto, tenía que poner a resguardo la caja —se disculpó.
»Ahora, síganme de cerca y no hagan ruido.
Si los jóvenes seguían a la mujer, esta les llevaría a través de un vasto jardín sin flores y hasta lo que parecía ser una pequeña casa de servicio ubicada en una esquina. Ninguno de los dos ninjas había entrado allí antes, pero incluso para ellos era obvio que caminar a través del jardín no era cosa normal, menos cuando terminaban llegando a una especie de casa abandonada.
—Bien, parece que no hay nadie —dijo con cierto alivio en cuanto comprobó el interior—. Espérenme aquí.
Y sin decir más cerró la puerta y se fue corriendo al edificio principal.
—Esto es un poco extraño, ¿no? —comento Kazuma en cuanto estuvieron solos—. Parece como si nos estuviéramos colando o algo así.
—¿Eso estaban tratando de robar, una marioneta? —pregunto, con una calma que le hacía parecer educado.
—No lo sé: no se me dijo lo que hay en la caja, solo sé que es valioso y que tengo que llevarlo a casa —admitió, casi con orgullo, sosteniendo con fuerza el paquete.
—Pese a los problemas, parece que podrás cumplir con tu tarea.
—Si… Bueno, aún tengo mucho que explicar —dijo mientras daba la vuelta en una esquina.
Puede que los jóvenes no lo notasen, pero hacía rato que Tamayo les estaba guiando por la zona alta de la ciudad. Las casas sencillas y las calles pequeñas hacía rato que habían quedado atrás, para dar paso a variedad de fincas urbanas con paredes altas y edificios enormes. Finalmente, se detuvieron frente a una de tantas. La oscuridad comenzaba a reinar y aún no habían encendido las luces, por lo que no resultaba posible ver el nombre de la entrada.
—Esperen aquí un momento —dijo, dejándoles en medio de la calle y acercándose a la puerta.
Los jóvenes tuvieron que quedarse allí esperando, mientras un guardia salía al encuentro de la mujer. No se podía escuchar de que hablaban, pero ella parecía estarle tratando de explicar la situación. Tamayo entro y desapareció durante unos minutos que se hicieron eternos, de suerte que cuando salió sintió alivio de que los jóvenes no se marchasen.
—Siento haberme tardado tanto, tenía que poner a resguardo la caja —se disculpó.
»Ahora, síganme de cerca y no hagan ruido.
Si los jóvenes seguían a la mujer, esta les llevaría a través de un vasto jardín sin flores y hasta lo que parecía ser una pequeña casa de servicio ubicada en una esquina. Ninguno de los dos ninjas había entrado allí antes, pero incluso para ellos era obvio que caminar a través del jardín no era cosa normal, menos cuando terminaban llegando a una especie de casa abandonada.
—Bien, parece que no hay nadie —dijo con cierto alivio en cuanto comprobó el interior—. Espérenme aquí.
Y sin decir más cerró la puerta y se fue corriendo al edificio principal.
—Esto es un poco extraño, ¿no? —comento Kazuma en cuanto estuvieron solos—. Parece como si nos estuviéramos colando o algo así.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)