4/02/2020, 01:43
Con las palabras del Inuzuka, la chica quedó pensativa durante un instante, y tras ello trató de apartar a Daigo con su mano. La chica no tardó un solo segundo en clavar sus rodillas en el suelo, quejándose de un clarisimo dolor. Apenas podía llorar ya, casi de seguro de todo lo que ya había llorado. No podía llevarlos hacia donde Etsu le pidió, y no porque no recordase desde donde venía, si no porque era incapaz de andar más. Los pies los tenía ensangrentados, no podían pedirle que se esforzase más.
Pero en realidad tampoco querían eso.
Etsu agarró a la chica, y la dejó sobre los lomos de Akane. Daigo sugirió dejarla en algún lugar seguro, pero esa idea cojeaba un poco... ¿dónde iban a dejarla? Estaban en mitad de la nada, tardarían horas si no días en encontrar un buen sitio. Si había una oportunidad de salvar a sus padres, no podían perder tanto tiempo.
—Con Akane estará segura, y no tendrá que caminar —aseguró al boxeador.
»Pequeña, ¿puedes señalarnos el camino? No hace falta que andes, ya has hecho un gran esfuerzo. Pero necesitamos saber el camino, queremos ayudarte, pero necesitamos que tú nos ayudes en eso, ¿podrás?
Tras intentar convencer a la chica, y aún algo incómodo por esa segunda presencia olfativa que desprendía, Etsu se acercó a Daigo. Quizás éste no había entendido su insistencia, y debía explicarselo —Debemos darnos prisa en llegar al sitio de donde viene, no podemos perder tiempo en llevarla a otro lado. Si sus padres están aún vivos, la prioridad es el tiempo. Akane no la dejará en peligro.
»¿Estás lista, campeona? —preguntó a la pequeña. —Por cierto, él se llama Daigo, el perrito se llama Akane, y yo me llamo Etsu... ¿cómo te llamas?
Pero en realidad tampoco querían eso.
Etsu agarró a la chica, y la dejó sobre los lomos de Akane. Daigo sugirió dejarla en algún lugar seguro, pero esa idea cojeaba un poco... ¿dónde iban a dejarla? Estaban en mitad de la nada, tardarían horas si no días en encontrar un buen sitio. Si había una oportunidad de salvar a sus padres, no podían perder tanto tiempo.
—Con Akane estará segura, y no tendrá que caminar —aseguró al boxeador.
»Pequeña, ¿puedes señalarnos el camino? No hace falta que andes, ya has hecho un gran esfuerzo. Pero necesitamos saber el camino, queremos ayudarte, pero necesitamos que tú nos ayudes en eso, ¿podrás?
Tras intentar convencer a la chica, y aún algo incómodo por esa segunda presencia olfativa que desprendía, Etsu se acercó a Daigo. Quizás éste no había entendido su insistencia, y debía explicarselo —Debemos darnos prisa en llegar al sitio de donde viene, no podemos perder tiempo en llevarla a otro lado. Si sus padres están aún vivos, la prioridad es el tiempo. Akane no la dejará en peligro.
»¿Estás lista, campeona? —preguntó a la pequeña. —Por cierto, él se llama Daigo, el perrito se llama Akane, y yo me llamo Etsu... ¿cómo te llamas?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~