4/02/2020, 21:57
Aquella era la segunda vez, en un intervalo de tiempo demasiado corto para su gusto, que metía la pata de aquella manera. Quizás fruto de su arrojo, o fruto de la desesperación y del dolor que sentía, Ayame no se dio cuenta de lo que estaba haciendo hasta que fue demasiado tarde y los pies de Yokuna quedaron fijos al suelo por su propia técnica.
—¿¡Pero qué ha...!? ¡¡OUGH!!
Un potente golpe seco, presumiblemente el mismo que había sufrido Ayame, levantó a Yokuna del suelo y lo arrojó de espaldas, dejándolo completamente adherido a la trampa de la kunoichi.
—¡Yokuna...-san...! —exhaló, llena de preocupación.
«¡Maldita sea!» Maldijo para sus adentros, apretando los dientes con fuerza. ¡Tenía que haberlo pensado mejor!
Pero entonces escuchó una voz masculina, también maldiciendo su suerte:
—¡Mierda! ¡Joder! ¡Cooooño!
Algo se retorcía sobre el agua, inmóvil en el mismo sitio. Y Ayame supo que debía aprovechar la oportunidad. Sabía que los efectos de su técnica no durarían mucho más, por lo que se colocó delante de Yokuna para protegerle mientras enlazaba sus manos en un único sello: El del Tigre.
«¡Suiton: Teppōdama!»
Y Ayame decidió devolverle el golpe en forma de bala de agua, disparada precisamente hacia el lugar donde parecía estar revolviéndose.
—¿¡Pero qué ha...!? ¡¡OUGH!!
Un potente golpe seco, presumiblemente el mismo que había sufrido Ayame, levantó a Yokuna del suelo y lo arrojó de espaldas, dejándolo completamente adherido a la trampa de la kunoichi.
—¡Yokuna...-san...! —exhaló, llena de preocupación.
«¡Maldita sea!» Maldijo para sus adentros, apretando los dientes con fuerza. ¡Tenía que haberlo pensado mejor!
Pero entonces escuchó una voz masculina, también maldiciendo su suerte:
—¡Mierda! ¡Joder! ¡Cooooño!
Algo se retorcía sobre el agua, inmóvil en el mismo sitio. Y Ayame supo que debía aprovechar la oportunidad. Sabía que los efectos de su técnica no durarían mucho más, por lo que se colocó delante de Yokuna para protegerle mientras enlazaba sus manos en un único sello: El del Tigre.
«¡Suiton: Teppōdama!»
Y Ayame decidió devolverle el golpe en forma de bala de agua, disparada precisamente hacia el lugar donde parecía estar revolviéndose.