5/02/2020, 22:04
...nadie.
Quizás estaba teniendo un mal día, quizás alguien le había echado algo en el agua. Pero el rostro de aquella persona era característico y sin características al mismo tiempo. Era un hombre, pero al segundo después tenía que volverle a mirar la cara para cerciorarse. Iba vestido con ropas anchas y oscuras, pero no había nada característico en ellas. Su voz era al mismo tiempo dulce y aterciopelada como la de un niño y tosca, dura, herida por el tabaco y el alcohol.
Ya en la calle el tipo se deslizó hábilmente entre la gente como alguien como Akame podría haber hecho también, y cuando tuvo la oportunidad se metió hacia la derecha en un callejón, donde, finalmente, detuvo la transformación. Se dio la vuelta y miró a Akame con unos ojos marrones que a ratos parecían azules, y tres segundos más tarde quizás le dieran a uno la sensación de ser verdes.
—Uchiha Akame, te conocían por el sobrenombre del Profesional, pero un shinobi debe cuidar cuando enseñar su arma más poderosa, por muy en peligro que se crea —dijo—. ¿Qué pretendías hacer con tu Sharingan? Monta un revuelo, adelante, móntalo. Estás en Yamiria. Ya de por sí es muy valiente por tu parte volver tan cerca del hogar del que te exiliaste. Imagínate llamar la atención del ejército del Señor Feudal y de todos los shinobi que hay por aquí.
Quizás estaba teniendo un mal día, quizás alguien le había echado algo en el agua. Pero el rostro de aquella persona era característico y sin características al mismo tiempo. Era un hombre, pero al segundo después tenía que volverle a mirar la cara para cerciorarse. Iba vestido con ropas anchas y oscuras, pero no había nada característico en ellas. Su voz era al mismo tiempo dulce y aterciopelada como la de un niño y tosca, dura, herida por el tabaco y el alcohol.
Ya en la calle el tipo se deslizó hábilmente entre la gente como alguien como Akame podría haber hecho también, y cuando tuvo la oportunidad se metió hacia la derecha en un callejón, donde, finalmente, detuvo la transformación. Se dio la vuelta y miró a Akame con unos ojos marrones que a ratos parecían azules, y tres segundos más tarde quizás le dieran a uno la sensación de ser verdes.
—Uchiha Akame, te conocían por el sobrenombre del Profesional, pero un shinobi debe cuidar cuando enseñar su arma más poderosa, por muy en peligro que se crea —dijo—. ¿Qué pretendías hacer con tu Sharingan? Monta un revuelo, adelante, móntalo. Estás en Yamiria. Ya de por sí es muy valiente por tu parte volver tan cerca del hogar del que te exiliaste. Imagínate llamar la atención del ejército del Señor Feudal y de todos los shinobi que hay por aquí.