6/02/2020, 10:54
Ayame contaba con una ventaja: Ōkami aún no conocía cómo funcionaban sus técnicas de voz, ni sabía que podía verle aun en su estado invisible. Sin embargo, también contaba con una enorme desventaja: Yokuna tampoco lo sabía. Y no tenía manera de advertirle sin que se quedara ciega durante unos valiosísimos segundos o sin que el Uchiha también se diera cuenta.
«¡A la izquierda!» Ayame giró la cabeza súbitamente al la enorme presencia del hombre a unos cinco metros de su posición. Pero no era lo único, porque una bola de metal del tamaño de una cabeza y unida a una cadena se dirigía de nuevo hacia su costado.
«Oh, no, ¡otra vez no!»
Pájaro.
No estaba segura de si aquello iba a funcionar, pero decidió arriesgar su carta. Ayame había dejado de tararear y se había quedado momentáneamente ciega, pero respiró hondo y chilló con toda la fuerza de sus pulmones. Y a la propia fuerza de su voz se sumó la fuerza de su chakra, que la impregnó y trató de empujar la bola de acero de vuelta con su legítimo dueño.
—¡Yokuna! ¡Allí! —le llamó, con la voz rota, tratando de atraer su atención. Si lograba acertar el golpe, y si sus pesquisas eran ciertas, el Uchiha volvería a ser visible durante, al menos, unos valiosísimos segundos que no podían desaprovechar.
Pero, por si acaso no las tenía consigo, su cuerpo también estaba listo para recibir el golpe del mazo.
«¡A la izquierda!» Ayame giró la cabeza súbitamente al la enorme presencia del hombre a unos cinco metros de su posición. Pero no era lo único, porque una bola de metal del tamaño de una cabeza y unida a una cadena se dirigía de nuevo hacia su costado.
«Oh, no, ¡otra vez no!»
Pájaro.
No estaba segura de si aquello iba a funcionar, pero decidió arriesgar su carta. Ayame había dejado de tararear y se había quedado momentáneamente ciega, pero respiró hondo y chilló con toda la fuerza de sus pulmones. Y a la propia fuerza de su voz se sumó la fuerza de su chakra, que la impregnó y trató de empujar la bola de acero de vuelta con su legítimo dueño.
—¡Yokuna! ¡Allí! —le llamó, con la voz rota, tratando de atraer su atención. Si lograba acertar el golpe, y si sus pesquisas eran ciertas, el Uchiha volvería a ser visible durante, al menos, unos valiosísimos segundos que no podían desaprovechar.
Pero, por si acaso no las tenía consigo, su cuerpo también estaba listo para recibir el golpe del mazo.