6/02/2020, 11:17
—¡Ouch! —Yokuna tuvo, esta vez, que taparse los oídos. Cada vez entendía más las habilidades de Aotsuki Ayame, y cada vez al mismo tiempo entendía menos por qué siempre acababa siendo víctima colateral de las mismas. Pero el caso es que había funcionado: el grito de Ayame había impulsado el arma de su adversario en dirección contraria, y se la había lanzado encima, golpeándole a él. Ahora, Uchiha Ōkami se quitaba la bola de hierro del pecho, más molesto que dolorido, y se reincorporaba con precaución, mascullando quedas maldiciones.
—¿¡Cómo me has detectado, puta!? —vociferó, volviendo a enarbolar su arma, dispuesto a lanzar de nuevo una bola de hierro hacia Ayame.
Yokuna se adelantó, palmeando amistosamente el hombro derecho de Ayame, y se interpuso entre ellos dos. Sin mediar palabra, como hacía con todos los renegados a los que daba caza, el Cazador abrió sus alas y las agitó.
—¡Daikamaitachi no Jutsu! —anunció. El Cazador levantó dos corrientes de aire que chocaron en el centro, creando una onda de vacío que avanzó hacia Ōkami, volvió a repeler su arma y, aunque esta vez no consiguió devolvérsela, chocó contra él lanzándole por los aires.
—¿¡Cómo me has detectado, puta!? —vociferó, volviendo a enarbolar su arma, dispuesto a lanzar de nuevo una bola de hierro hacia Ayame.
Yokuna se adelantó, palmeando amistosamente el hombro derecho de Ayame, y se interpuso entre ellos dos. Sin mediar palabra, como hacía con todos los renegados a los que daba caza, el Cazador abrió sus alas y las agitó.
—¡Daikamaitachi no Jutsu! —anunció. El Cazador levantó dos corrientes de aire que chocaron en el centro, creando una onda de vacío que avanzó hacia Ōkami, volvió a repeler su arma y, aunque esta vez no consiguió devolvérsela, chocó contra él lanzándole por los aires.