6/02/2020, 11:59
«¿¡Kyūbi no Kurama!?»
¡Pues claro que Akame nunca había visto a una persona con semejante cantidad de chakra! ¡Porque aquel tipo no era una persona! ¡Era el jodido Nueve Colas, aquel a quien Nadie se había referido como Kurama-sama!
«El próximo Emperador de Ōnindo...»
... y uno que había ordenado su asesinato por decreto imperial. Normalmente Akame hubiera dudado, aunque fuese un momento, de las palabras de un bijū con forma humana. Pero entonces recordó lo que Kaido le dijera en aquel camino hacia la niebla, semanas atrás...
Las piezas comenzaron a encajar lentamente, aunque todavía le faltaba alguna para completar el puzzle. ¿Por qué el Nueve Colas —no, Kurama— había ordenado su asesinato? ¿Qué había hecho él para agraviar a un maldito demonio que ni conocía? Y lo más importante, «¿cómo cojones lo supo Ayame?»
El Uchiha se tambaleó un momento. La cabeza estaba empezando a darle vueltas y notaba unos sudores fríos caerle por las sienes. Sus manos se aferraron con fuerza al kasa de paja que sostenía sobre su tripa, como si fuera un punto de anclaje que le impidiese caer. Tenía que tranquilizarse, tenía que relajarse... ¡Pero no había sido Hanabi! ¡No había sido Uzu!
Se llevó una mano a la cara y cerró los ojos un momento.
—No... No —respondió, mascullando—. No lo entendéis. Vuestro sicario tuvo éxito, me mató. Me mató —repetía, como un demente—. Cuando he dicho que volví a vivir, lo decía en serio. Y sé que es verdad, sé que estuve muerto. Porque si no...
»Si no, ¿cómo demonios me saqué al Ichibi de las entrañas?
Alzó la vista y miró a Kurama.
—Supongo que debo agradecéroslo, entonces.
¡Pues claro que Akame nunca había visto a una persona con semejante cantidad de chakra! ¡Porque aquel tipo no era una persona! ¡Era el jodido Nueve Colas, aquel a quien Nadie se había referido como Kurama-sama!
«El próximo Emperador de Ōnindo...»
... y uno que había ordenado su asesinato por decreto imperial. Normalmente Akame hubiera dudado, aunque fuese un momento, de las palabras de un bijū con forma humana. Pero entonces recordó lo que Kaido le dijera en aquel camino hacia la niebla, semanas atrás...
«Pero bueno, el caso es que Ayame dijo algo muy curioso. Quizás víctima del momento, o no lo sé. Pero parecía bastante segura cuando me dijo que Hanabi-dono no fue el que te mató.»
Las piezas comenzaron a encajar lentamente, aunque todavía le faltaba alguna para completar el puzzle. ¿Por qué el Nueve Colas —no, Kurama— había ordenado su asesinato? ¿Qué había hecho él para agraviar a un maldito demonio que ni conocía? Y lo más importante, «¿cómo cojones lo supo Ayame?»
El Uchiha se tambaleó un momento. La cabeza estaba empezando a darle vueltas y notaba unos sudores fríos caerle por las sienes. Sus manos se aferraron con fuerza al kasa de paja que sostenía sobre su tripa, como si fuera un punto de anclaje que le impidiese caer. Tenía que tranquilizarse, tenía que relajarse... ¡Pero no había sido Hanabi! ¡No había sido Uzu!
Se llevó una mano a la cara y cerró los ojos un momento.
—No... No —respondió, mascullando—. No lo entendéis. Vuestro sicario tuvo éxito, me mató. Me mató —repetía, como un demente—. Cuando he dicho que volví a vivir, lo decía en serio. Y sé que es verdad, sé que estuve muerto. Porque si no...
»Si no, ¿cómo demonios me saqué al Ichibi de las entrañas?
Alzó la vista y miró a Kurama.
—Supongo que debo agradecéroslo, entonces.