Todo empezó con una misión

[Uchiha Datsue]

—¿La mía? Bien, bien. Tenía que encargarme de un pequeño grupo de asaltantes del Bosque de la Hoja. No volverán a robar a nadie. Al menos no por un largo tiempo. —Uno de ellos lo tenía complicado. Había perdido la vida en mitad de la refriega. Los otros dos quizá saliesen algún día del calabozo. Cuando el poco pelo que les quedara fuesen canas viejunas—. Así que prefieres la compañía de un animal al de una persona —rio—. Bah, te comprendo. Los animales no se andan con tonterías. Son honestos, y siempre sabes lo que quieren. Incluso cuando ese algo es comerte.

El problema de las personas es que podían sonreírte, y por la espalda clavarte un puñal. Y eso era más peligroso que un león corriendo hacia ti con las fauces abiertas. Datsue lo sabía bien. Había estado en ambos lados.

—Joder, pues recuerdo que en mis tiempos, cuando era joven —dijo el chaval que apenas le llevaría dos años a Hana—, estaba hasta los huevos de ese tipo de misiones. Pasaron rápido, eso sí. Seis meses después de graduarme hice mi primera S y ahí, ahí me di cuenta que en verdad las D eran cojonudas. —Y menuda S. Cargarse al puto Zoku. Aunque ese no era el objetivo de la misión, claro, sino uno que jamás llegaron a cumplir. No, porque ya estaba realizado—. Antes de que te des cuenta te ocurrirá lo mismo, ya verás.