7/02/2020, 19:31
La vida daba muchos giros interesantes, muchas veces, cuando menos lo esperabas. Yo era un don nadie, o eso creia. No era mas que la sombra de un shinobi, la vergüenza que una aldea jamas mostraria a las demás.
Esa era la imagen que tenía de mi mismo hasta justo ese verano. Pero había descubierto que yo podía hacer, ser mas, ser mejor. Y encima me habían dado una misión que parecía ser importante.
—Eso que se ve allí son las estatuas de los tres primeros Kages. Se alzaron para honrar su memoria por salvar a los humanos de los Bijuu, pero después de hablar con Gyūki, ya no estoy seguro se que sean héroes.
Si. Estaba de camino al valle del fin. Datsue me había dicho que allí podría encontrarme con Aotsuki Ayame, la guardiana de Kokuō, el día quince de Despedida. Obviamente me acompañaba Yuuna. Aunque Gyūki me había dado su chakra a mi, ella también estaba allí cuando él nos pidió el favor. A todos.
Pero Katsudon era un hombre ocupado, lo normal siendo la mano derecha de Hanabi, y no había sido posible que nos acompañara. El equipo Takoyaki estaba incompleto sin él.
Por lo menos, podía aprovechar para enseñarle a Yuuna un poco mas de la tierra de los shinobis.
—Bueno, quizás hicieron lo que hicieron pensando que era lo mejor para sus gentes, es probable no tuvieron la suerte como nosotros, de tener la oportunidad de dialogar con los Bijuus.
—Puede que tengas razón, aunque tampoco creo que exista nadie vivo de aquella época, que pueda contarnos lo que sucedió realmente.
Si. Era injusto juzgar a lo muertos por cosas que no sabíamos a ciencia cierta. Lo que hubiera pasado allí era cosa del pasado y ahora era el momento de crear un nuevo futuro, esta vez, al lado de los Bijuus.
Tardamos un poco mas en llegar al lugar exacto. Datsue no nos había dado mas información excepto el nombre y el lugar. ¿Como era? ¿Había alguna señal para que me reconociera? El muy mamón no había dicho nada mas.
Efectivamente, allí había una persona. Ataviada se pies a cabeza con una capa de viaje blanca, y tenia la capucha puesta, por lo que costaba un poco distinguirla. Nosotros también llevábamos capas de viaje, de color gris, aunque llevábamos el rostro al descubierto.
Quizás lo cauto hubiese sido hacer como aquella figura e ir encapuchados. ¿Y si no era Ayame? Podía sacar a pasear el chakra de Gyūki para que, si era ella, kokuō supiera reconocerme. Pero...
¿Y si era un esbirro de Kurama que se había presentado allí por que el zorro se había enterado de todo aquello? Ese también sabría reconocerme. Sabría que Gyūki estaba vivo e irían tras él.
En realidad no tenía forma de saberlo, por lo que solo quedaba proceder con cautela.
—¿Hola?
Tenia la mano sobre la empuñadura de Tsubame, solo por si acaso. Y no dije nada más, por que cualquier nombre, si aquella figura era un enemigo, podría delatarnos.
Esa era la imagen que tenía de mi mismo hasta justo ese verano. Pero había descubierto que yo podía hacer, ser mas, ser mejor. Y encima me habían dado una misión que parecía ser importante.
—Eso que se ve allí son las estatuas de los tres primeros Kages. Se alzaron para honrar su memoria por salvar a los humanos de los Bijuu, pero después de hablar con Gyūki, ya no estoy seguro se que sean héroes.
Si. Estaba de camino al valle del fin. Datsue me había dicho que allí podría encontrarme con Aotsuki Ayame, la guardiana de Kokuō, el día quince de Despedida. Obviamente me acompañaba Yuuna. Aunque Gyūki me había dado su chakra a mi, ella también estaba allí cuando él nos pidió el favor. A todos.
Pero Katsudon era un hombre ocupado, lo normal siendo la mano derecha de Hanabi, y no había sido posible que nos acompañara. El equipo Takoyaki estaba incompleto sin él.
Por lo menos, podía aprovechar para enseñarle a Yuuna un poco mas de la tierra de los shinobis.
—Bueno, quizás hicieron lo que hicieron pensando que era lo mejor para sus gentes, es probable no tuvieron la suerte como nosotros, de tener la oportunidad de dialogar con los Bijuus.
—Puede que tengas razón, aunque tampoco creo que exista nadie vivo de aquella época, que pueda contarnos lo que sucedió realmente.
Si. Era injusto juzgar a lo muertos por cosas que no sabíamos a ciencia cierta. Lo que hubiera pasado allí era cosa del pasado y ahora era el momento de crear un nuevo futuro, esta vez, al lado de los Bijuus.
Tardamos un poco mas en llegar al lugar exacto. Datsue no nos había dado mas información excepto el nombre y el lugar. ¿Como era? ¿Había alguna señal para que me reconociera? El muy mamón no había dicho nada mas.
Efectivamente, allí había una persona. Ataviada se pies a cabeza con una capa de viaje blanca, y tenia la capucha puesta, por lo que costaba un poco distinguirla. Nosotros también llevábamos capas de viaje, de color gris, aunque llevábamos el rostro al descubierto.
Quizás lo cauto hubiese sido hacer como aquella figura e ir encapuchados. ¿Y si no era Ayame? Podía sacar a pasear el chakra de Gyūki para que, si era ella, kokuō supiera reconocerme. Pero...
¿Y si era un esbirro de Kurama que se había presentado allí por que el zorro se había enterado de todo aquello? Ese también sabría reconocerme. Sabría que Gyūki estaba vivo e irían tras él.
En realidad no tenía forma de saberlo, por lo que solo quedaba proceder con cautela.
—¿Hola?
Tenia la mano sobre la empuñadura de Tsubame, solo por si acaso. Y no dije nada más, por que cualquier nombre, si aquella figura era un enemigo, podría delatarnos.