10/02/2020, 22:12
El médico abrió los ojos como platos, pero más Rao que se llevó ambas manos a la cabeza y corrió tras Etsu cuando este se disponía a salir por la puerta. Ciertamente, el anciano a pesar de todo aún le seguía teniendo más miedo a los Cuatro de Ibaraki que al Inuzuka, y Rao era muy consciente de ello. Era por cosas como esa, que había pedido explícitamente que la misión se realizase con el mayor de los secretos posibles. Porque él entendía mejor que nadie su manera de operar.
—¡ESPERA POR EL AMOR DE LOS DIOSES CARDINALES!— Saltó y de un brinco se abrazó a Etsu como una chinche. —Te pedí que por favor hicieras esto de la manera más discreta posible. Si los provocas, no van a intentar venir a por ti. No se cuántos ni quienes exactamente, pero buena parte del pueblo está confabulados con ellos—. Rao estaba sudando y se estaba poniendo pálido.
»La manera de sus represalias es baja y sucia.
—¡Eso lo debiste haber pensado antes de traer tu propio matón!— Bociferó el doctor.
Pronto, se escuchó un ruido desde el interior de la casa. Eran unos pasos pequeños y poco sonoros, hasta que una puerta se abrió y se dejó ver a una niña de ojos grandes en color castaño al igual que sus cabellos, vistiendo un camisón desgastado. No parecía tener más de cinco o seis años.
—Abue, hay mucho ruido...— Dijo restregándose con el puño uno de los ojos mientras sostenía una manta.
—¡Tamki no deberías estar levantada!— El anciano finalmente se soltó y corrió para tomar a la niña en brazos. —MALDITA SEA NO PUEDO DEJARTE SOLA UN SÓLO SEGUNDO.
—¡ESPERA POR EL AMOR DE LOS DIOSES CARDINALES!— Saltó y de un brinco se abrazó a Etsu como una chinche. —Te pedí que por favor hicieras esto de la manera más discreta posible. Si los provocas, no van a intentar venir a por ti. No se cuántos ni quienes exactamente, pero buena parte del pueblo está confabulados con ellos—. Rao estaba sudando y se estaba poniendo pálido.
»La manera de sus represalias es baja y sucia.
—¡Eso lo debiste haber pensado antes de traer tu propio matón!— Bociferó el doctor.
Pronto, se escuchó un ruido desde el interior de la casa. Eran unos pasos pequeños y poco sonoros, hasta que una puerta se abrió y se dejó ver a una niña de ojos grandes en color castaño al igual que sus cabellos, vistiendo un camisón desgastado. No parecía tener más de cinco o seis años.
—Abue, hay mucho ruido...— Dijo restregándose con el puño uno de los ojos mientras sostenía una manta.
—¡Tamki no deberías estar levantada!— El anciano finalmente se soltó y corrió para tomar a la niña en brazos. —MALDITA SEA NO PUEDO DEJARTE SOLA UN SÓLO SEGUNDO.
![[Imagen: 7FT8VMk.gif]](https://i.imgur.com/7FT8VMk.gif)
