11/02/2020, 00:00
(Última modificación: 13/02/2020, 23:03 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Tras el mostrador se encontraron con un hombre anciano. Pero no era el típico anciano encogido y escuchimizado. No. Aquel anciano medía por lo menos dos metros y sus músculos estaban hechos para partir troncos de árboles con las manos desnudas. Si de algo no cabía duda era de que, Senju Shiten era un Kusajin de pura cepa.
—Oh, joven Yota, joven Daigo. Bienvenidos, bienvenidos. Hacía mucho que no os veía, ya comenzaba a tener miedo de que estuviéseis echando barriga en vuestras casas —les saludó. Tenía el pelo canoso, pero para su edad lo llevaba largo. Tan largo que se confundía con su barba y seguía extendiéndose hasta la mitad de su pecho. A modo de vestimenta llevaba el chaleco shinobi oficial, dejando al descubierto sus brazos colosales recorridos por múltiples cicatrices—. Pues si no tenéis inconveniente en trabajar juntos, Morikage-sama hace nada ha rescatado esta tarea del cajón del olvido.
Shiten deslizó hacia los dos muchachos un pergamino enrollado... Y la letra B tallada en cera sobre el cierre.
—Oh, joven Yota, joven Daigo. Bienvenidos, bienvenidos. Hacía mucho que no os veía, ya comenzaba a tener miedo de que estuviéseis echando barriga en vuestras casas —les saludó. Tenía el pelo canoso, pero para su edad lo llevaba largo. Tan largo que se confundía con su barba y seguía extendiéndose hasta la mitad de su pecho. A modo de vestimenta llevaba el chaleco shinobi oficial, dejando al descubierto sus brazos colosales recorridos por múltiples cicatrices—. Pues si no tenéis inconveniente en trabajar juntos, Morikage-sama hace nada ha rescatado esta tarea del cajón del olvido.
Shiten deslizó hacia los dos muchachos un pergamino enrollado... Y la letra B tallada en cera sobre el cierre.
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