11/02/2020, 23:46
Y ella no fue la única sorprendida. Estaba claro que él también la había reconocido, así lo demostró restregándose la mano por la cara.
—¿Tu? ¿La conocías? —preguntó la mujer.
—Pues sí... —respondió él—. Pero no sabia que era la misma persona. Yo llegué tarde cuando paso lo del estadio.
Las mejillas de Ayame se encendieron al escucharle. ¿Eso era lo que querían hablar con ella? ¿El tema del estadio? ¡Ella ya se había disculpado ante el mismísimo Uzukage! ¿Qué más querían que hiciera? Estaba a punto de protestar cuando Reiji volvió a hablar:
—Mira... Siento lo de la otra vez. ¿Vale? Me comporté como un idiota, y yo mismo fui mas tarde a entregarle mi bandana a Hanabi, viví cómo un civil después de aquello.
Ayame fue incapaz de responder de inmediato. Se había quedado boquiabierta, primero por la súbita e inesperada sorpresa y después por aquella revelación.
—¿Pero qué hiciste? —Fue la acompañante del Uzujin la que expresó su misma cuestión.
—Había un hombre engañando a la gente para ganar dinero. En ese momento no creí que fuera un crimen intentar ganarse la vida de esa manera, e incluso llegué a compararlo con lo que hacían los ninjas. Ayame destapo el pastel utilizando unas agujas, y en vez de ponerme de su parte la acusé de utilizar armas contra un civil —Reiji se volvió hacia Ayame—: ¿Me he dejado algo?
—Eh... no... creo que no... —balbuceó, terriblemente confundida. Al final, sin saber muy bien cómo actuar ante la situación, agitó una mano en el aire—. Mira. Da igual. Es cosa del pasado, y ocurrió hace mucho tiempo. —Habían pasado muchas cosas desde entonces. Cosas mucho peores. No se sentía con ganas de enfadarse por algo tan trivial. Por eso, Ayame avanzó hacia ellos, abandonó las aguas del lago y se posó frente a ambos. Sus ojos se dirigieron hacia la mujer de cabellos rubios—. A Reiji lo conozco, pero creo que a ti no... Mi nombre es Aotsuki Ayame, es un placer.
—¿Tu? ¿La conocías? —preguntó la mujer.
—Pues sí... —respondió él—. Pero no sabia que era la misma persona. Yo llegué tarde cuando paso lo del estadio.
Las mejillas de Ayame se encendieron al escucharle. ¿Eso era lo que querían hablar con ella? ¿El tema del estadio? ¡Ella ya se había disculpado ante el mismísimo Uzukage! ¿Qué más querían que hiciera? Estaba a punto de protestar cuando Reiji volvió a hablar:
—Mira... Siento lo de la otra vez. ¿Vale? Me comporté como un idiota, y yo mismo fui mas tarde a entregarle mi bandana a Hanabi, viví cómo un civil después de aquello.
Ayame fue incapaz de responder de inmediato. Se había quedado boquiabierta, primero por la súbita e inesperada sorpresa y después por aquella revelación.
—¿Pero qué hiciste? —Fue la acompañante del Uzujin la que expresó su misma cuestión.
—Había un hombre engañando a la gente para ganar dinero. En ese momento no creí que fuera un crimen intentar ganarse la vida de esa manera, e incluso llegué a compararlo con lo que hacían los ninjas. Ayame destapo el pastel utilizando unas agujas, y en vez de ponerme de su parte la acusé de utilizar armas contra un civil —Reiji se volvió hacia Ayame—: ¿Me he dejado algo?
—Eh... no... creo que no... —balbuceó, terriblemente confundida. Al final, sin saber muy bien cómo actuar ante la situación, agitó una mano en el aire—. Mira. Da igual. Es cosa del pasado, y ocurrió hace mucho tiempo. —Habían pasado muchas cosas desde entonces. Cosas mucho peores. No se sentía con ganas de enfadarse por algo tan trivial. Por eso, Ayame avanzó hacia ellos, abandonó las aguas del lago y se posó frente a ambos. Sus ojos se dirigieron hacia la mujer de cabellos rubios—. A Reiji lo conozco, pero creo que a ti no... Mi nombre es Aotsuki Ayame, es un placer.