12/02/2020, 21:51
Un súbito estallido lanzó a Aotsuki Kōri contra el tronco de un árbol. El shinobi apretó los dientes, dolorido por el golpe, pero sus ojos se clavaron de inmediato en el monstruo que se había presentado ante ellos. Y no pudo disimular la sorpresa.
«¿Qué es eso?» Se preguntó, frunciendo el ceño.
Y es que aquella criatura era muy difícil de describir. Era una criatura de tamaño gigantesco que parecía querer mezclar en un solo cuerpo las características de varias bestias: Cuerpo enorme, musculoso con la espalda plateada y el pelo azabache, melena caoba envolviendo una cabeza reptiliana con el hocico tan alargado y lleno de dientes como la de un cocodrilo. Y tras su espalda...
—¡¡Tiene cuatro colas!! —Gritó Daruu desde el otro extremo, señalando las cuatro colas reptilianas del monstruo—. No puede ser... ¿¡es un bijū!?
Cuatro colas... ¿El Yonbi? ¿Qué podía hacer una criatura como aquella en mitad de aquel bosque? ¿Acaso era el responsable de los misterios del Bosque de Azur? Fuera como fuese, no parecía que pudieran obtener las respuestas que estaban buscando.
—No bajes la guardia —le indicó a su pupilo, tan gélido como siempre.
Pero la criatura se había fijado en el Hyūga, y había abierto sus fauces. El aire a su alrededor pareció llenarse de una extraña electricidad estática cuando comenzó a acumular una ingente cantidad de energía. Esferas oscuras y claras que le pusieron a Kōri los pelos de punta al recordar...
—Oh, no. Oh, no, no, no... —gimoteaba Daruu.
Kōri no perdió ni un instante. Tomó impulso, saltó, y colocó la mano diestra frente a sus labios mientras la zurda formulaba un sello. Sopló, invocando el frío que manejaba, y el hielo respondió formando una esplendorosa espada que se materializó entre sus dedos. Una espada que colocó de forma vertical hacia abajo y trató de clavar entre las dos fauces del monstruo.
«¿Qué es eso?» Se preguntó, frunciendo el ceño.
Y es que aquella criatura era muy difícil de describir. Era una criatura de tamaño gigantesco que parecía querer mezclar en un solo cuerpo las características de varias bestias: Cuerpo enorme, musculoso con la espalda plateada y el pelo azabache, melena caoba envolviendo una cabeza reptiliana con el hocico tan alargado y lleno de dientes como la de un cocodrilo. Y tras su espalda...
—¡¡Tiene cuatro colas!! —Gritó Daruu desde el otro extremo, señalando las cuatro colas reptilianas del monstruo—. No puede ser... ¿¡es un bijū!?
Cuatro colas... ¿El Yonbi? ¿Qué podía hacer una criatura como aquella en mitad de aquel bosque? ¿Acaso era el responsable de los misterios del Bosque de Azur? Fuera como fuese, no parecía que pudieran obtener las respuestas que estaban buscando.
—No bajes la guardia —le indicó a su pupilo, tan gélido como siempre.
Pero la criatura se había fijado en el Hyūga, y había abierto sus fauces. El aire a su alrededor pareció llenarse de una extraña electricidad estática cuando comenzó a acumular una ingente cantidad de energía. Esferas oscuras y claras que le pusieron a Kōri los pelos de punta al recordar...
—Oh, no. Oh, no, no, no... —gimoteaba Daruu.
Kōri no perdió ni un instante. Tomó impulso, saltó, y colocó la mano diestra frente a sus labios mientras la zurda formulaba un sello. Sopló, invocando el frío que manejaba, y el hielo respondió formando una esplendorosa espada que se materializó entre sus dedos. Una espada que colocó de forma vertical hacia abajo y trató de clavar entre las dos fauces del monstruo.