16/02/2020, 00:06
—Esta bien, probemos con el bastón de madera.
Le sabía mal que el espadachín desechase cada dibujo con lo que ella decía, pues estaba desperdiciando las ideas y los posibles proyectos solo porque ella negaba. Apretó los labios y asintió, sin tampoco dar más problemas al experto.
«Dos opciones...» Reiji explicó la posibilidad de elegir entre flexibilidad o resistencia, y ella sopesó sus posibilidades, y aunque estuvo muy tentada en pedirle que le dejase aquella que había cogido para mostrarle su uso, pero luego pensó que seguramente esa la podría utilizar más adelante, cuando de verdad tuviera algo de experiencia con el uso de aquellas armas.
Y Reiji, el experto, no tardó en afirmárselo.
—Pero creo que te va mejor algo totalmente rígido.
Ella asintió, tomando el arma que el Sasaki le ofrecía.
—Vale, repetimos lo de antes otra vez y me vuelves a decir qué tal.
Volvió a asentir y movió el bastón de un lado a otro, cortando el aire, golpeándolo como si de un enemigo invisible se tratase. Aquel arma estaba bien para ella, era ligera y se acomodaba a sus manos, así que no le costaba tanto blandirla. El problema, siempre, radicaba en la poca experiencia que tenía, aunque la sonrisa de emoción que había aparecido al atacar con ella era visible para el chico.
Dejó de moverla y se la tendió a Reiji, sonriente aun.
—Creo que esta irá bien, bueno, creo, a mí me ha gustado.
Pero esperaría a que él dijera qué había visto con sus ojos de herrero.
Le sabía mal que el espadachín desechase cada dibujo con lo que ella decía, pues estaba desperdiciando las ideas y los posibles proyectos solo porque ella negaba. Apretó los labios y asintió, sin tampoco dar más problemas al experto.
«Dos opciones...» Reiji explicó la posibilidad de elegir entre flexibilidad o resistencia, y ella sopesó sus posibilidades, y aunque estuvo muy tentada en pedirle que le dejase aquella que había cogido para mostrarle su uso, pero luego pensó que seguramente esa la podría utilizar más adelante, cuando de verdad tuviera algo de experiencia con el uso de aquellas armas.
Y Reiji, el experto, no tardó en afirmárselo.
—Pero creo que te va mejor algo totalmente rígido.
Ella asintió, tomando el arma que el Sasaki le ofrecía.
—Vale, repetimos lo de antes otra vez y me vuelves a decir qué tal.
Volvió a asentir y movió el bastón de un lado a otro, cortando el aire, golpeándolo como si de un enemigo invisible se tratase. Aquel arma estaba bien para ella, era ligera y se acomodaba a sus manos, así que no le costaba tanto blandirla. El problema, siempre, radicaba en la poca experiencia que tenía, aunque la sonrisa de emoción que había aparecido al atacar con ella era visible para el chico.
Dejó de moverla y se la tendió a Reiji, sonriente aun.
—Creo que esta irá bien, bueno, creo, a mí me ha gustado.
Pero esperaría a que él dijera qué había visto con sus ojos de herrero.