16/02/2020, 00:56
«Y traer de entre los muertos al hombre que un día fui» —se repitió como un mantra, dándole sentido al rumbo que pondría destino a Kaido y Ryū. Curioso, cuanto menos, aquella frase. Porque fue así, hace unos pocos meses, que el viejo Umikiba Kaido recuperó la esperanza de volver: volviendo a la tierra que alguna vez le vio nacer, entre lluvias torrenciales y centellas.
Su mano acarició el timón. Vaya que ese barco le traía buenos recuerdos. Y malos, también. Pero en él, en ese armatoste que navegaba los mares como si fueran suyos, había vivido grandes cosas. Su aventura en Taikarune que le llevó hasta Katame. La vuelta al puerto de las Aguas Termales. Reencontrarse con bám bám Kano. Su partida en altamar para conocer a la Reina del Océano. La muerte de Shaneji. Vaya que Baratie guardaba muchas anécdotas, vaya que sí.
—No sé si me merece el tiempo aprender —se señaló las agallas—. ¿Cuánto tenemos de viaje hasta tu hogar?
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Su mano acarició el timón. Vaya que ese barco le traía buenos recuerdos. Y malos, también. Pero en él, en ese armatoste que navegaba los mares como si fueran suyos, había vivido grandes cosas. Su aventura en Taikarune que le llevó hasta Katame. La vuelta al puerto de las Aguas Termales. Reencontrarse con bám bám Kano. Su partida en altamar para conocer a la Reina del Océano. La muerte de Shaneji. Vaya que Baratie guardaba muchas anécdotas, vaya que sí.
—No sé si me merece el tiempo aprender —se señaló las agallas—. ¿Cuánto tenemos de viaje hasta tu hogar?