16/02/2020, 16:01
Cuando Baratie se detuvo, finalmente, Ryū se preparó para tocar tierra firme. Lo curioso de aquello fue que por una razón que no llegó a entender en ese momento, lo hizo zambulléndose de cabeza al agua, fría como un páramo; desnudo tal y como amenokami lo trajo al mundo. Su piel de ébano rompió las tonalidades cristalinas del mar helado y se largó a nadar. Kaido lo contempló todo desde el bauprés. De lo difícil que le había sido un simple nado de unos cuantos metros.
«Está probándose a sí mismo»
Su cuerpo azul y minúsculo en comparación con el del Gran Dragón cayó en picada desde lo más alto del portentoso Baratie, aunque él no entró al agua. El mar salpicó ante el impacto de su estruendosa caída, con sus pies rebosantes de chakra que le mantuvieron firme por sobre la superficie. Así pues, navegó las olas sin mojarse ni un dedo y se detuvo allá en donde Ryū vestía. El escualo acomodó su mochila —también impermeable y prevista de las provisiones que ambos habían considerado necesarias para la travesía—. y se abrigó con su haori oscuro, que con el tiemble de su cuerpo, pareció derramar más copos de nieve de los que sus ojos podían contar.
—Tú guía el paso, y yo te sigo en el más absoluto silencio —por supuesto que le había quedado claro. Ya había aprendido que a Ryū, las cosas había que tomárselas... literal.
«Está probándose a sí mismo»
Su cuerpo azul y minúsculo en comparación con el del Gran Dragón cayó en picada desde lo más alto del portentoso Baratie, aunque él no entró al agua. El mar salpicó ante el impacto de su estruendosa caída, con sus pies rebosantes de chakra que le mantuvieron firme por sobre la superficie. Así pues, navegó las olas sin mojarse ni un dedo y se detuvo allá en donde Ryū vestía. El escualo acomodó su mochila —también impermeable y prevista de las provisiones que ambos habían considerado necesarias para la travesía—. y se abrigó con su haori oscuro, que con el tiemble de su cuerpo, pareció derramar más copos de nieve de los que sus ojos podían contar.
—Tú guía el paso, y yo te sigo en el más absoluto silencio —por supuesto que le había quedado claro. Ya había aprendido que a Ryū, las cosas había que tomárselas... literal.