16/02/2020, 17:56
—Nos atacó una quimera mezcla de varios animales con cuatro colas.
—¿Cómo? —preguntó Ayame, parpadeando varias veces en un visible gesto de confusión. ¿Había escuchado bien?
—Su chakra era el mismo que el de Kurama.
—¡¿CÓMO?!
Ayame tuvo que reprimir a Kokuō para que no saliera al exterior en aquel instante. Podía sentir su inquietud al respecto, pero Yokuna no conocía al bijū y nadie aparte de Daruu sabía que la había liberado de los barrotes por lo que dudaba que su presencia fuese a ser recibida, precisamente, con buenos ojos.
«Espera, por favor. Luego te dejaré hablar con Daruu cuando estemos a solas, pero ahora es muy arriesgado que salgas...»
—¿Cómo? ¿De qué estás hablando... cómo puedes saber tú eso? —dijo Yokuna.
Daruu alternó la mirada entre todos los presentes antes de asentir para sí.
—Nos enfrentamos a uno de esos Generales suyos. El chakra que emanaba era el mismo, estoy seguro.
—Dioses... —masculló El Cazador, tragando saliva—. ¡Fuisteis vosotros! ¡Vosotros fuisteis los que mataron a ese General!
—Sé que estás sorprendido, pero ahora lo que debería preocuparte es Ayame.
—S-sí. Lo siento.
Y la pobre Ayame, roja hasta las orejas, sacudió la cabeza tan rápido que llegó a marearse.
—N...¡No! ¡Yo estoy bien, de verdad! —esgrimió, terriblemente incómoda bajo los tres pares de ojos que se cernían sobre ella.
Kōri, que se había mantenido en silencio hasta el momento, se acercó hasta ella y se agachó junto a ella, con los antebrazos apoyados en las rodillas.
—¿Qué ha ocurrido?
La muchacha agachó la mirada, profundamente avergonzada.
—Nos enfrentamos al líder de los exiliados. Un Uchiha. Yo... me quedé expuesta y me alcanzó con una técnica de Raiton.
Kōri expulsó el aire por la nariz, y al cabo de varios segundos añadió:
—Volviste a fatigarte por el uso del chakra, ¿verdad?
Ayame se encogió aún más, culpable.
—¿Cómo? —preguntó Ayame, parpadeando varias veces en un visible gesto de confusión. ¿Había escuchado bien?
—Su chakra era el mismo que el de Kurama.
—¡¿CÓMO?!
Ayame tuvo que reprimir a Kokuō para que no saliera al exterior en aquel instante. Podía sentir su inquietud al respecto, pero Yokuna no conocía al bijū y nadie aparte de Daruu sabía que la había liberado de los barrotes por lo que dudaba que su presencia fuese a ser recibida, precisamente, con buenos ojos.
«Espera, por favor. Luego te dejaré hablar con Daruu cuando estemos a solas, pero ahora es muy arriesgado que salgas...»
—¿Cómo? ¿De qué estás hablando... cómo puedes saber tú eso? —dijo Yokuna.
Daruu alternó la mirada entre todos los presentes antes de asentir para sí.
—Nos enfrentamos a uno de esos Generales suyos. El chakra que emanaba era el mismo, estoy seguro.
—Dioses... —masculló El Cazador, tragando saliva—. ¡Fuisteis vosotros! ¡Vosotros fuisteis los que mataron a ese General!
—Sé que estás sorprendido, pero ahora lo que debería preocuparte es Ayame.
—S-sí. Lo siento.
Y la pobre Ayame, roja hasta las orejas, sacudió la cabeza tan rápido que llegó a marearse.
—N...¡No! ¡Yo estoy bien, de verdad! —esgrimió, terriblemente incómoda bajo los tres pares de ojos que se cernían sobre ella.
Kōri, que se había mantenido en silencio hasta el momento, se acercó hasta ella y se agachó junto a ella, con los antebrazos apoyados en las rodillas.
—¿Qué ha ocurrido?
La muchacha agachó la mirada, profundamente avergonzada.
—Nos enfrentamos al líder de los exiliados. Un Uchiha. Yo... me quedé expuesta y me alcanzó con una técnica de Raiton.
Kōri expulsó el aire por la nariz, y al cabo de varios segundos añadió:
—Volviste a fatigarte por el uso del chakra, ¿verdad?
Ayame se encogió aún más, culpable.