19/02/2020, 00:38
La chica, al conseguir llegar hasta un extremo del habitáculo, comenzó a palpar la superficie. Aunque antes de comenzar a palparla con ese propósito, golpeó un par de veces la misma, intentando descifrar el posible grosor que oscilaba. Los golpecitos no sonaron demasiado huecos —si no más bien secos—, por lo que podía deducir que no era demasiado liviana aquella pared. Tras comenzar su inspección, podría notar que eran tablones de madera de apenas veinte centímetros de ancho, sucedidos todos con un pequeño hueco entre medio. Si introducía un dedo por esas ligeras ranuras, podría tocar algo que parecía ser cemento, o quizás algún tipo de aislante.
Hana decidió que debía confiar en la inteligencia del animal, y le preguntó si podía sentir algún olor o rastro de algo del exterior. Akane se alejó un poco por un instante, apenas segundos —¡Gruof! —exclamó al regresar. En su singular ladrido, quiso decirle algo a la chica, pero... casi al instante entendió que ella no le comprendería. Por tanto, optó por lo más inteligente.
El can le asestó un bocado a la falda, y jaló de ella intentando que ésta le siguiese. Akane tenía la certeza de que la puerta estaba justo al lado contrario. Sin embargo, les tocaba volver sobre sus pasos, e incluso más. Vuelta al campo de minas, cargado de tremebundas sorpresas para los pies.
Para cuando llegasen hasta el final, toparían con una superficie de una similitud muy severa a la anterior pared. Pero en éste caso había un pequeño gran cambio, una superficie metálica de gran envergadura. Si la examinaba bien con el tacto, podría discernir que se trataba de una puerta acorazada, con numerosos cierres giratorios y un pomo. Por suerte para ellos, todos éstos cierres podían accionarse desde el interior.
Fuera, quitando el cegador cambio de luminosidad, podrían ver unas escaleras de cemento bastante deterioradas que llevaban hasta una sala constituida en su totalidad del mismo material, cemento. En éste caso, la sala superior, estaba altamente iluminada gracias a unos enormes focos que colgaban del techo. Por lo demás, la sala estaba totalmente vacía, sin decoración alguna. Las paredes estaban deterioradas por el tiempo, y por cortes y golpes. La sala medía casi lo mismo que la sala inferior, y la única salida estaba justo al frente de la escalera, otra puerta metálica blindada de las mismas características a la que habían podido dejar atrás.
Un pequeño gran detalle sería que al salir del habitáculo inferior, a mano izquierda tenían un interruptor.
¿Qué accionaba?
Obviamente, la luz del cuarto oscuro.
Hana decidió que debía confiar en la inteligencia del animal, y le preguntó si podía sentir algún olor o rastro de algo del exterior. Akane se alejó un poco por un instante, apenas segundos —¡Gruof! —exclamó al regresar. En su singular ladrido, quiso decirle algo a la chica, pero... casi al instante entendió que ella no le comprendería. Por tanto, optó por lo más inteligente.
El can le asestó un bocado a la falda, y jaló de ella intentando que ésta le siguiese. Akane tenía la certeza de que la puerta estaba justo al lado contrario. Sin embargo, les tocaba volver sobre sus pasos, e incluso más. Vuelta al campo de minas, cargado de tremebundas sorpresas para los pies.
Para cuando llegasen hasta el final, toparían con una superficie de una similitud muy severa a la anterior pared. Pero en éste caso había un pequeño gran cambio, una superficie metálica de gran envergadura. Si la examinaba bien con el tacto, podría discernir que se trataba de una puerta acorazada, con numerosos cierres giratorios y un pomo. Por suerte para ellos, todos éstos cierres podían accionarse desde el interior.
Fuera, quitando el cegador cambio de luminosidad, podrían ver unas escaleras de cemento bastante deterioradas que llevaban hasta una sala constituida en su totalidad del mismo material, cemento. En éste caso, la sala superior, estaba altamente iluminada gracias a unos enormes focos que colgaban del techo. Por lo demás, la sala estaba totalmente vacía, sin decoración alguna. Las paredes estaban deterioradas por el tiempo, y por cortes y golpes. La sala medía casi lo mismo que la sala inferior, y la única salida estaba justo al frente de la escalera, otra puerta metálica blindada de las mismas características a la que habían podido dejar atrás.
Un pequeño gran detalle sería que al salir del habitáculo inferior, a mano izquierda tenían un interruptor.
¿Qué accionaba?
Obviamente, la luz del cuarto oscuro.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~