19/02/2020, 10:29
(Última modificación: 19/02/2020, 10:29 por Aotsuki Ayame.)
Y las reacciones no se hicieron de rogar. Donde Ayame sólo buscaba admiración y reconocimiento sólo encontró...
—¡UN HUEVO, UN PUTO HUEVO, JAJAJAJAJAJA!
—¡¡...PFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!
Los colores subieron rápidamente al rostro de Ayame, que se puso tan roja como un tomate, tan roja que le ardían las mejillas... Más avergonzada de lo que había estado nunca, la muchacha deseó con todas sus fuerzas que se la tragara la tierra para dejar de escuchar las carcajadas a su costa. Y tan fuerte lo deseó, que su cuerpo se derritió y cayó sobre la arena como un charco de agua burbujeante.
El único que se había mantenido igual de impertérrito que al principio fue Kōri, que observaba la escena sin un ápice de sorpresa o risa en sus ojos congelados. Seguía siendo la misma estatua de hielo que siempre.
—¿Entonces, qué?
—¡UN HUEVO, UN PUTO HUEVO, JAJAJAJAJAJA!
—¡¡...PFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!
Los colores subieron rápidamente al rostro de Ayame, que se puso tan roja como un tomate, tan roja que le ardían las mejillas... Más avergonzada de lo que había estado nunca, la muchacha deseó con todas sus fuerzas que se la tragara la tierra para dejar de escuchar las carcajadas a su costa. Y tan fuerte lo deseó, que su cuerpo se derritió y cayó sobre la arena como un charco de agua burbujeante.
El único que se había mantenido igual de impertérrito que al principio fue Kōri, que observaba la escena sin un ápice de sorpresa o risa en sus ojos congelados. Seguía siendo la misma estatua de hielo que siempre.
—¿Entonces, qué?