20/02/2020, 01:34
Con todo solucionado para Rao, en lo referente a su seguridad, ahora el Inuzuka tenía un poco más de alivio en cuanto a su actual misión. El rastas podía tomarse ahora un poco más de libertad, y trabajar sin preocuparse demasiado de que le echasen al pobre tuerto todo el marrón. Además, tenía a Akane con él, lo cuál le aliviaba más. Lo único malo es que ahora estaba realmente solo, sin su hermano.
Para cuando llegó a la guarida de Koke, y subió hasta la sala, pudo ver que Búho se había movido hasta la ventana. El hombre, a pesar de su herida y su condición cautiva, había sacado fuerzas para tocar un poco más la moral al shinobi. El genin tuvo que escupir un suspiro al ver la situación, ante él tenía a un iracundo matón que ardía en ganas de escupir todo el veneno que llevaba dentro. Pero era normal... por primera vez en mucho tiempo, era él quien estaba bajo el látigo de otra persona. En éste caso no en el sentido literal.
Etsu se acercó con parsimonia, y terminó flexionándose sobre las piernas, tomando una altura más acorde a la de Búho. Lo miró a los ojos, y terminó por jalar del mismo para alejarlo de la ventana. No fuese que le diese por hacer lo más absurdo...
—Búho, voy a acabar con todos vosotros, uno por uno. Lo voy a hacer lento, y muy doloroso, para que paguéis por todo lo que le habéis hecho a Ibaraki. Ahora, voy a ir a por el más grande... ¿Te vas a portar bien, o necesitas que te parta la otra pierna?
Quizás no era el mejor amenazando, pero en fin... hay situaciones y situaciones. El tipejo había sufrido en sus carnes el golpe que le había partido el hueso, y si lo había hecho una vez, nadie le aseguraba que fallase en un segundo intento. Pero por otro lado, sabía que Búho le iba a seguir dando problemas, estaba casi seguro.
Antes de levantarse, le volvería a arrear bien duro en la cara. Si perdía el conocimiento un rato, mejor. Si por el contrario no lo hacía, pues nada... eso que se llevaba. Un beso de despedida, al menos por un rato.
Tras golpearlo, saldría del escondite de Koke, directo a la tienda que había visitado el día anterior. Sabía lo que buscaba, una buena botella de alcohol, de esas que tanto embriagaban a los adultos. Para cuando diese con ella, pagaría gustosamente el precio, y de sobra. El hombre podría quedarse con el cambio, pues era su boleto para dar con el siguiente bandolero.
¿Se la vendería?
Para cuando llegó a la guarida de Koke, y subió hasta la sala, pudo ver que Búho se había movido hasta la ventana. El hombre, a pesar de su herida y su condición cautiva, había sacado fuerzas para tocar un poco más la moral al shinobi. El genin tuvo que escupir un suspiro al ver la situación, ante él tenía a un iracundo matón que ardía en ganas de escupir todo el veneno que llevaba dentro. Pero era normal... por primera vez en mucho tiempo, era él quien estaba bajo el látigo de otra persona. En éste caso no en el sentido literal.
Etsu se acercó con parsimonia, y terminó flexionándose sobre las piernas, tomando una altura más acorde a la de Búho. Lo miró a los ojos, y terminó por jalar del mismo para alejarlo de la ventana. No fuese que le diese por hacer lo más absurdo...
—Búho, voy a acabar con todos vosotros, uno por uno. Lo voy a hacer lento, y muy doloroso, para que paguéis por todo lo que le habéis hecho a Ibaraki. Ahora, voy a ir a por el más grande... ¿Te vas a portar bien, o necesitas que te parta la otra pierna?
Quizás no era el mejor amenazando, pero en fin... hay situaciones y situaciones. El tipejo había sufrido en sus carnes el golpe que le había partido el hueso, y si lo había hecho una vez, nadie le aseguraba que fallase en un segundo intento. Pero por otro lado, sabía que Búho le iba a seguir dando problemas, estaba casi seguro.
Antes de levantarse, le volvería a arrear bien duro en la cara. Si perdía el conocimiento un rato, mejor. Si por el contrario no lo hacía, pues nada... eso que se llevaba. Un beso de despedida, al menos por un rato.
Tras golpearlo, saldría del escondite de Koke, directo a la tienda que había visitado el día anterior. Sabía lo que buscaba, una buena botella de alcohol, de esas que tanto embriagaban a los adultos. Para cuando diese con ella, pagaría gustosamente el precio, y de sobra. El hombre podría quedarse con el cambio, pues era su boleto para dar con el siguiente bandolero.
¿Se la vendería?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~