22/02/2020, 23:34
¿Dónde estaba la tela ahora mismo?
La pregunta no era absurda, y mucho menos la que la siguió. Etsu no era un cerebrito, pero sí que había caído en eso. Por suerte o por desgracia, no había podido llevarse la tela consigo, obviamente, pero sí que había usado los medios allí disponibles para darle una solución temporal.
—La tela no he podido traerla, pero antes de venir, me aseguré de que el dueño del establecimiento se la quedara. La chicas no estaban muy contentas con la decisión, pero le pedí al tendero estrictamente que no se les devolviese la tela hasta que regresásemos. Si el hombre es de palabra, hasta que regresemos estará esa tela sin uso.
»Aún no me puedo creer que esa ilusionista del tres al cuarto mandase todo lo que pillase a algún lado sin saber a dónde era, o cómo, o porqué...
El Inuzuka tomó aire, y lo soltó en un suspiro —En fin... —terminó por encogerse de hombros, y continuó andando hacia la salida. Para cuando estuviese a la distancia adecuada, tornaría los pestillos que aseguraban el hermetizado de la sala, y acabaría por blandir el pomo de la misma.
—Veamos a donde nos ha llevado ésto...
Y abrió la puerta.
Frente a ellos se abría un campo de girasoles, una extensión que llegaba hasta el horizonte, invadido éste únicamente por unas lejanas montañas. Esas montañas eran sin lugar a dudas las que separaban ese curioso paraje de los campos de arroz, o al menos se parecían muchísimo.
—Creo que no estamos tan lejos al final...
—Ababaur —Confirmó el can.
La pregunta no era absurda, y mucho menos la que la siguió. Etsu no era un cerebrito, pero sí que había caído en eso. Por suerte o por desgracia, no había podido llevarse la tela consigo, obviamente, pero sí que había usado los medios allí disponibles para darle una solución temporal.
—La tela no he podido traerla, pero antes de venir, me aseguré de que el dueño del establecimiento se la quedara. La chicas no estaban muy contentas con la decisión, pero le pedí al tendero estrictamente que no se les devolviese la tela hasta que regresásemos. Si el hombre es de palabra, hasta que regresemos estará esa tela sin uso.
»Aún no me puedo creer que esa ilusionista del tres al cuarto mandase todo lo que pillase a algún lado sin saber a dónde era, o cómo, o porqué...
El Inuzuka tomó aire, y lo soltó en un suspiro —En fin... —terminó por encogerse de hombros, y continuó andando hacia la salida. Para cuando estuviese a la distancia adecuada, tornaría los pestillos que aseguraban el hermetizado de la sala, y acabaría por blandir el pomo de la misma.
—Veamos a donde nos ha llevado ésto...
Y abrió la puerta.
Frente a ellos se abría un campo de girasoles, una extensión que llegaba hasta el horizonte, invadido éste únicamente por unas lejanas montañas. Esas montañas eran sin lugar a dudas las que separaban ese curioso paraje de los campos de arroz, o al menos se parecían muchísimo.
—Creo que no estamos tan lejos al final...
—Ababaur —Confirmó el can.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~