23/02/2020, 01:34
El ambiente se estaba caldeando a pasos agigantados, cada segundo que pasaba parecía que esto iba a desembocar en una escaramuza. Pero gracias a Rikudō Sennin un grito surgió de la oscuridad.
—¡¿QUE ESTA PASANDO AQUÍ!? —Takumi distinguió una figura en la oscuridad que se acercaba hacia el círculo. —¡¿NO PUEDO DESCUIDARLES POR UN MOMENTO SIN QUE ARMEN UN LINCHAMIENTO EN MI JARDIN?! —
Las furiosas voces de la que parecía la propietaria de aquella finca hicieron que todo el grupo de inquisidores soltaran sus armas con miedo. Tras desarmarse sus enemigos Takumi acortó sus hilos de chakra, dejando los kunais aún conectados, pero a escasos veinte centímetros de sus dedos apuntando hacia abajo. Cuando estaba ya cerca del círculo la escasa luz de las antorchas le permitieron distinguir los rasgos de su salvadora, era una señora mayor, de corto y argénteo cabello y con un elaborado parche que cubría su ojo izquierdo. Al marionetista le sorprendió que pese a parecer de avanzada edad, sobretodo debido a su color de pelo, su cara se mantenía con un gesto de frescura y juventud.
—¿Son ellos? —La anciana preguntó a Tamayo, que venía detrás de ella, tras introducirse en el círculo completamente.
—Qué bueno que no les ocurrió nada malo. —«¡Tamayo! Ay creo que no me alegraba tanto de ver a una persona desde hace tiempo.» El genin suspiró tranquilo.
—¿Qué están esperando? Dispérsense, cada quien a lo suyo. —Y con esa orden la gente se comenzó a ir de aquella zona.
—Ya la oyeron, hoy no azotaremos a nadie. —«¿Por qué lo ha dicho cómo si fuera común...? Mejor no preguntar.»
—Eso... Eso estuvo muy loco, ¿cierto? —Susurró el kusajin.
—La verdad es que cada segundo que pasa entiendo menos... Esta gente está zumbada. —Le respondió en el mismo tono. Luego, acompañado de una reverencia, se dirigió a la jefa. —Disculpe los malentendidos y molestias que hayamos podido causar.
—¡¿QUE ESTA PASANDO AQUÍ!? —Takumi distinguió una figura en la oscuridad que se acercaba hacia el círculo. —¡¿NO PUEDO DESCUIDARLES POR UN MOMENTO SIN QUE ARMEN UN LINCHAMIENTO EN MI JARDIN?! —
Las furiosas voces de la que parecía la propietaria de aquella finca hicieron que todo el grupo de inquisidores soltaran sus armas con miedo. Tras desarmarse sus enemigos Takumi acortó sus hilos de chakra, dejando los kunais aún conectados, pero a escasos veinte centímetros de sus dedos apuntando hacia abajo. Cuando estaba ya cerca del círculo la escasa luz de las antorchas le permitieron distinguir los rasgos de su salvadora, era una señora mayor, de corto y argénteo cabello y con un elaborado parche que cubría su ojo izquierdo. Al marionetista le sorprendió que pese a parecer de avanzada edad, sobretodo debido a su color de pelo, su cara se mantenía con un gesto de frescura y juventud.
—¿Son ellos? —La anciana preguntó a Tamayo, que venía detrás de ella, tras introducirse en el círculo completamente.
—Qué bueno que no les ocurrió nada malo. —«¡Tamayo! Ay creo que no me alegraba tanto de ver a una persona desde hace tiempo.» El genin suspiró tranquilo.
—¿Qué están esperando? Dispérsense, cada quien a lo suyo. —Y con esa orden la gente se comenzó a ir de aquella zona.
—Ya la oyeron, hoy no azotaremos a nadie. —«¿Por qué lo ha dicho cómo si fuera común...? Mejor no preguntar.»
—Eso... Eso estuvo muy loco, ¿cierto? —Susurró el kusajin.
—La verdad es que cada segundo que pasa entiendo menos... Esta gente está zumbada. —Le respondió en el mismo tono. Luego, acompañado de una reverencia, se dirigió a la jefa. —Disculpe los malentendidos y molestias que hayamos podido causar.