23/02/2020, 15:04
(Última modificación: 23/02/2020, 15:04 por Aotsuki Ayame.)
Rōga se guardó los kunai y alzó las manos en un gesto conciliador.
—Vamos, ya pasó y no es para tanto —dijo.
Y Ayame no pudo evitar lanzarle una mirada incrédula. ¿No es para tanto? ¿Y si en lugar de su casa hubiese aparecido en cualquier otra? ¡Podría haber aparecido en cualquier sitio, literalmente! ¿Cómo se podía ser tan irresponsable como para vender algo tan importante?
—Si venías huyendo has de estar algo cansada y confundida para pensar —continuó—. Te diría que descansaras en mi casa pero no creo que sea un sitio muy seguro ahora mismo, que mi familia está un poco loca.
—N... No te preocupes, mi casa tampoco queda demasiado lejos de aquí... —respondió ella, echando un ojo a su alrededor para reconocer los edificios que los rodeaban.
—Si quieres vamos a hablar con Amedama antes de sacar cualquier conclusión apresurada —Ayame asintió con vehemencia. Oh, por supuesto que iba a hablar con Daruu. Iba a ser una de las primeras cosas que pensaba hacer, estuviese o no Rōga delante—. Y así te distraes un poco de toda la locura que acaba de pasar, pero por favor, estate tranquila woman.
»Mira el lado bueno —añadió, antes de que Ayame pudiera responder y apenas había comenzado a caminar—, de todas formas planeaba buscarte para hablarte.
Ayame le miró, interrogante. ¿La estaba buscando ya para hablar con ella? ¿De qué?
—Aunque, no con una entrada tan melodramática —bromeó—. Es sobre una amiga tuya. Uzumaki, Uzumaki Eri. Si quieres te cuento en el camino a tu casa o adónde sea que puedas ir para poder descansar, has de estar agobiada.
—Eri... ¡Eri! ¿Conoces a Eri? —los ojos de la kunoichi se habían iluminado de golpe—. Sí, sí. Mira, es por aquí, conozco un buen sitio para pasar el rato... y de paso para encontrar a Daruu —añadió, sombría, mientras echaba a caminar calle arriba—. Pero mientras, dime, ¿cómo es que la conoces? ¡Hace mucho que no sé de ella!
—Vamos, ya pasó y no es para tanto —dijo.
Y Ayame no pudo evitar lanzarle una mirada incrédula. ¿No es para tanto? ¿Y si en lugar de su casa hubiese aparecido en cualquier otra? ¡Podría haber aparecido en cualquier sitio, literalmente! ¿Cómo se podía ser tan irresponsable como para vender algo tan importante?
—Si venías huyendo has de estar algo cansada y confundida para pensar —continuó—. Te diría que descansaras en mi casa pero no creo que sea un sitio muy seguro ahora mismo, que mi familia está un poco loca.
—N... No te preocupes, mi casa tampoco queda demasiado lejos de aquí... —respondió ella, echando un ojo a su alrededor para reconocer los edificios que los rodeaban.
—Si quieres vamos a hablar con Amedama antes de sacar cualquier conclusión apresurada —Ayame asintió con vehemencia. Oh, por supuesto que iba a hablar con Daruu. Iba a ser una de las primeras cosas que pensaba hacer, estuviese o no Rōga delante—. Y así te distraes un poco de toda la locura que acaba de pasar, pero por favor, estate tranquila woman.
»Mira el lado bueno —añadió, antes de que Ayame pudiera responder y apenas había comenzado a caminar—, de todas formas planeaba buscarte para hablarte.
Ayame le miró, interrogante. ¿La estaba buscando ya para hablar con ella? ¿De qué?
—Aunque, no con una entrada tan melodramática —bromeó—. Es sobre una amiga tuya. Uzumaki, Uzumaki Eri. Si quieres te cuento en el camino a tu casa o adónde sea que puedas ir para poder descansar, has de estar agobiada.
—Eri... ¡Eri! ¿Conoces a Eri? —los ojos de la kunoichi se habían iluminado de golpe—. Sí, sí. Mira, es por aquí, conozco un buen sitio para pasar el rato... y de paso para encontrar a Daruu —añadió, sombría, mientras echaba a caminar calle arriba—. Pero mientras, dime, ¿cómo es que la conoces? ¡Hace mucho que no sé de ella!