25/02/2020, 18:09
—¡L-lo siento, Karamaru-san! —Le gritó Ranko, adelantándose incluso más al subirse a los carromatos —. ¡M-me adelantaré un poco!
La Kusajin siguió abanzando sobre los vehículos, sintiéndose muy culpable de molestar a la gente. A pesar de ello, intentaba no derribar ni romper nada. Saltó una y otra vez. Temía quedarse sin vehículos para saltar, o que la seguridad del lugar le atrapara, pero en una ciudad tan atiborrada sería milagroso que eso pasara. O al menos eso pensaba.
De pronto lo vio: se alejaba de la carretera humana-vehículo que era aquella salida de Notsuba.
—¡Karamaru-san! ¡Se aleja! ¡I-intentaré alcanzarlo! —Se tomó la misión muy en serio, lo que le permitió alzar la voz un poco más de lo normal. Además, la muchedumbre opacaba un poco sus gritos, lo que le quitó un poquito de su pena. Le daba un poco de ¿Pena? ¿Miedo? alejarse tanto del Amejin, y esperaba que él entendiera que era necesario para no perder ese transporte, y tiempo con ello.
"Lo alcanzaré y luego te esperaremos, Karamaru-san."
Saltó a un par más de carretas, entre los gritos de la gente, hasta ponerse en rango de la salida. Entonces hubo un parpadeo y Ranko apareció veinte metros adelante, ya fuera de la multitud, pero sin poder alcanzar a su objetivo. El aliento se le iba un poco, pues era de las primeras veces que usaba el shunshin no jutsu fuera de entrenamiento, y vaya que requería fuerza física. Sin pensarlo dos veces, se alejó un poco más de la multitud, pues no quería hacer tropezar a nadie. Dobló las rodillas y concentró chakra en sus piernas. Unos instantes después, saldría disparada hacia El botellón buscando alcanzarlo. Si no era suficiente, se lanzaría de nuevo con otro Hitoshin.
—¡A-aguanten…! —Intentó gritar la kunoichi, cuyo cuerpo comenzaba a sentir la intensidad de usar sus técnicas —. ¡E… Es… ESPEREN! ¡N-nos manda el barbas-san!
Si no lo había alcanzado aún, Ranko agitaría sus brazos en un intento de llamar la atención de quien conduciese aquel vehículo.
La Kusajin siguió abanzando sobre los vehículos, sintiéndose muy culpable de molestar a la gente. A pesar de ello, intentaba no derribar ni romper nada. Saltó una y otra vez. Temía quedarse sin vehículos para saltar, o que la seguridad del lugar le atrapara, pero en una ciudad tan atiborrada sería milagroso que eso pasara. O al menos eso pensaba.
De pronto lo vio: se alejaba de la carretera humana-vehículo que era aquella salida de Notsuba.
—¡Karamaru-san! ¡Se aleja! ¡I-intentaré alcanzarlo! —Se tomó la misión muy en serio, lo que le permitió alzar la voz un poco más de lo normal. Además, la muchedumbre opacaba un poco sus gritos, lo que le quitó un poquito de su pena. Le daba un poco de ¿Pena? ¿Miedo? alejarse tanto del Amejin, y esperaba que él entendiera que era necesario para no perder ese transporte, y tiempo con ello.
"Lo alcanzaré y luego te esperaremos, Karamaru-san."
Saltó a un par más de carretas, entre los gritos de la gente, hasta ponerse en rango de la salida. Entonces hubo un parpadeo y Ranko apareció veinte metros adelante, ya fuera de la multitud, pero sin poder alcanzar a su objetivo. El aliento se le iba un poco, pues era de las primeras veces que usaba el shunshin no jutsu fuera de entrenamiento, y vaya que requería fuerza física. Sin pensarlo dos veces, se alejó un poco más de la multitud, pues no quería hacer tropezar a nadie. Dobló las rodillas y concentró chakra en sus piernas. Unos instantes después, saldría disparada hacia El botellón buscando alcanzarlo. Si no era suficiente, se lanzaría de nuevo con otro Hitoshin.
—¡A-aguanten…! —Intentó gritar la kunoichi, cuyo cuerpo comenzaba a sentir la intensidad de usar sus técnicas —. ¡E… Es… ESPEREN! ¡N-nos manda el barbas-san!
Si no lo había alcanzado aún, Ranko agitaría sus brazos en un intento de llamar la atención de quien conduciese aquel vehículo.
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