26/02/2020, 01:29
—Hanamura Kazuma, genin de Kusagakure. Disculpe la indiscreción, pero ¿sus empleados normalmente son así de… ya sabe?
—No… Bueno, si. Siempre han sido igual de leales, pero esa agresividad la tienen desde cierto incidente: haces dos veranos, cuando estaba fuera de la finca, unos ladrones se colaron en la casa. Entre ellos había alguien con habilidades ninja, por lo que estaban seguros de entrar y salir sin que hubiera resistencia que les detuviese. Sin embargo, mis empleados les emboscaron y lincharon antes de que un solo jutsu pudiera ejecutarse. Cuando llegué había cuatro sujetos medio muertos atados a postes en el jardín… Y desde entonces son así de agresivos con los “invasores”.
—En ese caso es comprensible su actitud...
Entonces llegó Tamayo, acompañada de más sirvientas con bandejas de comida. Los ojos del kazejin se clavaron en el banquete que estaba en esos momentos siendo depositado sobre la mesa, un montón de comida de gran calidad. Su barriga rugió y comenzó a salivar. «Espera a que comience ella, espera... Es de mala educación si no... ¡Aaagggghhhh, tengo muchísima hambre!»
Tamayo ayudó entonces a la anciana a quitarse su lujosa capa para comer fácilmente, ya completamente retirada la capa se pudo distinguir en sus vestimentas que le faltaba la totalidad de su brazo derecho. «Si le faltara el ojo únicamente podría ser normal, pero el brazo también... Esta señora ha tenido que ser alto rango de un ejército o, ¿una shinobi tal vez?» La señora, ahora con Tamayo sentada a su lado, tomó con su única mano una taza humeante y se la acercó a la nariz.
—Es raro ver a dos ninjas de diferentes aldeas andar juntos, que tiempos tan raros los de esta alianza, ¿no? Ahora, si me permiten una indiscreción por otra, ¿Qué asuntos les trae por aquí?
—He venido aquí por conocimiento. —Ya viendo que la jefa de Tamayo había probado la comida el genin de Uzushio agarró una taza similar y se la acercó a la boca para soplarle primero. —Discúlpeme,dicho así queda muy ambiguo, venía a buscar a una persona. Tal vez usted la conozca, seguramente viva por aquí cerca, se llama Kamahora Saki, es una leyenda viva para los practicantes del arte de las marionetas.
—No… Bueno, si. Siempre han sido igual de leales, pero esa agresividad la tienen desde cierto incidente: haces dos veranos, cuando estaba fuera de la finca, unos ladrones se colaron en la casa. Entre ellos había alguien con habilidades ninja, por lo que estaban seguros de entrar y salir sin que hubiera resistencia que les detuviese. Sin embargo, mis empleados les emboscaron y lincharon antes de que un solo jutsu pudiera ejecutarse. Cuando llegué había cuatro sujetos medio muertos atados a postes en el jardín… Y desde entonces son así de agresivos con los “invasores”.
—En ese caso es comprensible su actitud...
Entonces llegó Tamayo, acompañada de más sirvientas con bandejas de comida. Los ojos del kazejin se clavaron en el banquete que estaba en esos momentos siendo depositado sobre la mesa, un montón de comida de gran calidad. Su barriga rugió y comenzó a salivar. «Espera a que comience ella, espera... Es de mala educación si no... ¡Aaagggghhhh, tengo muchísima hambre!»
Tamayo ayudó entonces a la anciana a quitarse su lujosa capa para comer fácilmente, ya completamente retirada la capa se pudo distinguir en sus vestimentas que le faltaba la totalidad de su brazo derecho. «Si le faltara el ojo únicamente podría ser normal, pero el brazo también... Esta señora ha tenido que ser alto rango de un ejército o, ¿una shinobi tal vez?» La señora, ahora con Tamayo sentada a su lado, tomó con su única mano una taza humeante y se la acercó a la nariz.
—Es raro ver a dos ninjas de diferentes aldeas andar juntos, que tiempos tan raros los de esta alianza, ¿no? Ahora, si me permiten una indiscreción por otra, ¿Qué asuntos les trae por aquí?
—He venido aquí por conocimiento. —Ya viendo que la jefa de Tamayo había probado la comida el genin de Uzushio agarró una taza similar y se la acercó a la boca para soplarle primero. —Discúlpeme,dicho así queda muy ambiguo, venía a buscar a una persona. Tal vez usted la conozca, seguramente viva por aquí cerca, se llama Kamahora Saki, es una leyenda viva para los practicantes del arte de las marionetas.