1/03/2020, 14:59
(Última modificación: 1/03/2020, 15:01 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
— Hola —
—T-t-tra-tranquila, Hana-san…
Después del segundo de duda que había tenido, Ranko recuperó la compostura, al contrario que Hana, que seguía aferrada al hombro de la kusajin, asomándose lo justo para ver al espectro.
—. ¿Q-quién eres? ¡N-no deberías a-a-acercarte as-sí a alguien!
— Oh, cierto. — contestó sonriente rascandose la mejilla con el dedo indice. — Parecíais más perdidas que un conejo en el desierto, así que me acerqué a ver si necesitabais ayuda.
No parecía mentir ni tener malas intenciones, pero tampoco se había amilanado ni un poco al ver a Ranko poner su mano sobre un arma. Hana, que empezaba a confiar más en que fuese un humano y no un espiritu, habló desde detrás de su guardiana.
— P-pero, ¿quién eres? — insistió la rubia al ver que el chico no había contestado.
— Oh, sí, lo siento, Hana-chan. — la rubia se estremeció cuando mencionó su nombre. — No te asustes, es que ella acaba de llamarte y, bueno, tengo buen oído. Yo soy Kiyoshi, encantado.
Levantó una mano saludando con la misma sonrisa despreocupada que había mantenido durante todo el rato.
— Mi casa está aquí al lado, por si queréis pasaros, seguro que mi padre sabrá guiaros mejor que yo.
—T-t-tra-tranquila, Hana-san…
Después del segundo de duda que había tenido, Ranko recuperó la compostura, al contrario que Hana, que seguía aferrada al hombro de la kusajin, asomándose lo justo para ver al espectro.
—. ¿Q-quién eres? ¡N-no deberías a-a-acercarte as-sí a alguien!
— Oh, cierto. — contestó sonriente rascandose la mejilla con el dedo indice. — Parecíais más perdidas que un conejo en el desierto, así que me acerqué a ver si necesitabais ayuda.
No parecía mentir ni tener malas intenciones, pero tampoco se había amilanado ni un poco al ver a Ranko poner su mano sobre un arma. Hana, que empezaba a confiar más en que fuese un humano y no un espiritu, habló desde detrás de su guardiana.
— P-pero, ¿quién eres? — insistió la rubia al ver que el chico no había contestado.
— Oh, sí, lo siento, Hana-chan. — la rubia se estremeció cuando mencionó su nombre. — No te asustes, es que ella acaba de llamarte y, bueno, tengo buen oído. Yo soy Kiyoshi, encantado.
Levantó una mano saludando con la misma sonrisa despreocupada que había mantenido durante todo el rato.
— Mi casa está aquí al lado, por si queréis pasaros, seguro que mi padre sabrá guiaros mejor que yo.