1/03/2020, 16:27
—No te preocupes, el cliente es lo primero, y si el cliente quiere tomarse un té... Puede esperarse, los amigos van antes que los clientes ¿No?
Ella asintió, pues Reiji tenía razón y no iba a llevarle la contraria tampoco, aunque sintiera que podía estar interponiéndose en su trabajo por estar robándole el tiempo. Él había afirmado que no ocurría semejante cosa, pero ella se sentía un pequeño incordio.
—Puede que de mi no suenen tan poderosas las palabras, pero si necesitas, aunque sea hablar del tiempo mientras tomamos un té, puedes interrumpirme mientras trabajo.
Aquello hizo que Eri se girase al chico, con los ojos brillantes. Había sido de ayuda hablar con él y sentía que ella podía dar más de ella de lo que estaba dando, y buscar aquello que la impulsase, aunque fuese complicado, pues esperaba que lo encontrase al final de su búsqueda.
—Muchas gracias, Reiji-san, de verdad que tus palabras me alegran mucho —agradeció—. No dudaré sin necesito venir a charlar.
Y sonrió, esta vez de forma totalmente sincera.
—Y siempre podemos avisar también a Datsue y hacer otra fiestecilla. Eso si, la comida mejor la pongo yo.
—¡Estaría muy bien! Yo también podría ayudar... —se ofreció, dirigiéndose a la salida donde él la indicaba—. Así ayudamos todos.
Ella asintió, pues Reiji tenía razón y no iba a llevarle la contraria tampoco, aunque sintiera que podía estar interponiéndose en su trabajo por estar robándole el tiempo. Él había afirmado que no ocurría semejante cosa, pero ella se sentía un pequeño incordio.
—Puede que de mi no suenen tan poderosas las palabras, pero si necesitas, aunque sea hablar del tiempo mientras tomamos un té, puedes interrumpirme mientras trabajo.
Aquello hizo que Eri se girase al chico, con los ojos brillantes. Había sido de ayuda hablar con él y sentía que ella podía dar más de ella de lo que estaba dando, y buscar aquello que la impulsase, aunque fuese complicado, pues esperaba que lo encontrase al final de su búsqueda.
—Muchas gracias, Reiji-san, de verdad que tus palabras me alegran mucho —agradeció—. No dudaré sin necesito venir a charlar.
Y sonrió, esta vez de forma totalmente sincera.
—Y siempre podemos avisar también a Datsue y hacer otra fiestecilla. Eso si, la comida mejor la pongo yo.
—¡Estaría muy bien! Yo también podría ayudar... —se ofreció, dirigiéndose a la salida donde él la indicaba—. Así ayudamos todos.