4/03/2020, 03:25
—Interesante —dijo Kazuma, levantándose con serenidad.
Saki apoyo su barbilla sobre la mano y espero mientras el joven buscaba algo en el interior de su túnica. Se preguntaba que podría utilizar para agitar sus ánimos. Una persona con tantas vivencias como ella poco podía estar interesada en los recuerdos de un par de jovenzuelos; tampoco lo estaría de pensamiento, alguien con tanto tiempo para reflexionar y tan conocedora de distintas materias; y menos en cuestión de habilidades, puesto que había sido una afamada kunoichi.
—Le mostrare lo mejor que tengo —dijo con determinación, mientras mostraba un pequeño libro verde hierba con escrituras y detalles dorados en la cubierta.
Kazuma entrego con ceremoniosidad el libro a Tamayo, y luego está lo paso a su señora que ya se mostraba curiosa. Lo tomo con su única mano y comenzó a examinarlo cuidadosamente.
—No puede ser…, esto es… —dijo mostrando verdadera impresión.
—Así es: veo que está bien informada —dijo con una sonrisa tranquila y cierto aire de suficiencia—. Se trata de la única Antología poética de talentos emergentes en Kusagakure, producto del extraordinario certamen Los poetas ocultos entre la hierba.
—Me tienes —admitió, como derrotada; aunque en su mirar había un brillo de victoria—. Pensar que estabas armado con algo como esto.
Era allí donde debían de golpear si querían doblegar a la maestra marionetista, en su punto débil, en su sentido artístico. Un libro de poetas ninjas que aún no había salido de Kusagakure de forma oficial, era una carnada demasiado tentadora para aquella fanática de las artes y la cultura.
—¡Oye, Takumi! —le susurro el peliblanco mientras Kamahora se deleitaba en el libro—. Tu eres de Inaka, y sabes tocar un instrumento, ¿cierto? ¿Qué tal si tocas alguna pieza o le cantas algo folclórico? Pocas cosas son tan culturales como una canción típica de un país lejano.
Saki apoyo su barbilla sobre la mano y espero mientras el joven buscaba algo en el interior de su túnica. Se preguntaba que podría utilizar para agitar sus ánimos. Una persona con tantas vivencias como ella poco podía estar interesada en los recuerdos de un par de jovenzuelos; tampoco lo estaría de pensamiento, alguien con tanto tiempo para reflexionar y tan conocedora de distintas materias; y menos en cuestión de habilidades, puesto que había sido una afamada kunoichi.
—Le mostrare lo mejor que tengo —dijo con determinación, mientras mostraba un pequeño libro verde hierba con escrituras y detalles dorados en la cubierta.
Kazuma entrego con ceremoniosidad el libro a Tamayo, y luego está lo paso a su señora que ya se mostraba curiosa. Lo tomo con su única mano y comenzó a examinarlo cuidadosamente.
—No puede ser…, esto es… —dijo mostrando verdadera impresión.
—Así es: veo que está bien informada —dijo con una sonrisa tranquila y cierto aire de suficiencia—. Se trata de la única Antología poética de talentos emergentes en Kusagakure, producto del extraordinario certamen Los poetas ocultos entre la hierba.
—Me tienes —admitió, como derrotada; aunque en su mirar había un brillo de victoria—. Pensar que estabas armado con algo como esto.
Era allí donde debían de golpear si querían doblegar a la maestra marionetista, en su punto débil, en su sentido artístico. Un libro de poetas ninjas que aún no había salido de Kusagakure de forma oficial, era una carnada demasiado tentadora para aquella fanática de las artes y la cultura.
—¡Oye, Takumi! —le susurro el peliblanco mientras Kamahora se deleitaba en el libro—. Tu eres de Inaka, y sabes tocar un instrumento, ¿cierto? ¿Qué tal si tocas alguna pieza o le cantas algo folclórico? Pocas cosas son tan culturales como una canción típica de un país lejano.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)
