4/03/2020, 12:53
Con tranquilidad, los días de primavera fueron pasando y el más esperado de todos llegó sin que casi nadie se diera cuenta, dando por comenzado el Festival de los Cerezos del año doscientos veinte en cuanto cayera el sol en el Jardín de los Cerezos.
Como todos los años, los paseos principales del mismísimo jardín se llenaban de pequeños puestos de comida, ocio y venta de souvenires para recordar aquella noche. Todos solían vestirse con sus mejores galas, los niños vestían caretas de animales conocidos y alguna que otra pareja aprovechaba para olvidarse del día a día para disfrutar su amor.
No muy lejos de la creciente muchedumbre se encontraba una pelirroja apoyada en el alfeizar de la ventana mirando las luces que provenían del foco de la fiesta, y alguna que otra risa en su calle. Estaba desparramada, sin peinar y con pocos ánimos de salir de fiesta sabiendo que su casa la acogía con los brazos abiertos, pero se lo había prometido a Hana, así que no había vuelta atrás. Con suerte, aún le quedaba algo de tiempo para prepararse.
No era que lo dejase todo para el último momento pues su kimono reposaba estirado en su cama. Era un conjunto precioso que le había regalado su madre por su decimosexto cumpleaños, de un azul claro con detalles de flores de cerezo en la parte baja, rosa pálido. Era realmente bonito, a juego con un par de detalles para el pelo. Sus sandalias esperaban cerca de la entrada, algo desgastadas por el uso.
«Más vale que me ponga en marcha...»
Decidió que lo primero que prepararía sería su rostro y cabello, recogiéndolo en un pequeño moño al lado derecho de su cabeza y dejando dos mechones caer libres a ambos lados de su rostro. Una vez lo terminó, posó los dos adornos en él, siendo éstos dos flores azules atadas a dos cascabeles que sonaban cuando se movía. Dispuesta estaba a limpiar y maquillar su rostro levemente cuando el sonido de dos nudillos resonó desde su puerta, y ella, alterada, se levantó inmediatamente.
«¿Será...? No, no será él.»
Caminó hacia la puerta y la abrió para encontrarse a Hana allí parada, vestida y preparada para el festival. Se asombró al verla tan diferente a como estaba acostumbrada, e, incluso, se sintió bien al ver que ambas iban conjuntadas para el festival. Pero algo dentro de ella se removió al verla allí tan hermosa. ¿Qué dirían cuando la vieran a ella al lado pretendiendo ser algo?
—Vaya, Hana, estás preciosa —lo dijo con total sinceridad, y luego dejó un espacio para que pasase dentro y esperase—. Me queda poco, así que si quieres puedes esperar aquí sentada mientras termino —indicó, señalando su sofá.
Como todos los años, los paseos principales del mismísimo jardín se llenaban de pequeños puestos de comida, ocio y venta de souvenires para recordar aquella noche. Todos solían vestirse con sus mejores galas, los niños vestían caretas de animales conocidos y alguna que otra pareja aprovechaba para olvidarse del día a día para disfrutar su amor.
No muy lejos de la creciente muchedumbre se encontraba una pelirroja apoyada en el alfeizar de la ventana mirando las luces que provenían del foco de la fiesta, y alguna que otra risa en su calle. Estaba desparramada, sin peinar y con pocos ánimos de salir de fiesta sabiendo que su casa la acogía con los brazos abiertos, pero se lo había prometido a Hana, así que no había vuelta atrás. Con suerte, aún le quedaba algo de tiempo para prepararse.
No era que lo dejase todo para el último momento pues su kimono reposaba estirado en su cama. Era un conjunto precioso que le había regalado su madre por su decimosexto cumpleaños, de un azul claro con detalles de flores de cerezo en la parte baja, rosa pálido. Era realmente bonito, a juego con un par de detalles para el pelo. Sus sandalias esperaban cerca de la entrada, algo desgastadas por el uso.
«Más vale que me ponga en marcha...»
Decidió que lo primero que prepararía sería su rostro y cabello, recogiéndolo en un pequeño moño al lado derecho de su cabeza y dejando dos mechones caer libres a ambos lados de su rostro. Una vez lo terminó, posó los dos adornos en él, siendo éstos dos flores azules atadas a dos cascabeles que sonaban cuando se movía. Dispuesta estaba a limpiar y maquillar su rostro levemente cuando el sonido de dos nudillos resonó desde su puerta, y ella, alterada, se levantó inmediatamente.
«¿Será...? No, no será él.»
Caminó hacia la puerta y la abrió para encontrarse a Hana allí parada, vestida y preparada para el festival. Se asombró al verla tan diferente a como estaba acostumbrada, e, incluso, se sintió bien al ver que ambas iban conjuntadas para el festival. Pero algo dentro de ella se removió al verla allí tan hermosa. ¿Qué dirían cuando la vieran a ella al lado pretendiendo ser algo?
—Vaya, Hana, estás preciosa —lo dijo con total sinceridad, y luego dejó un espacio para que pasase dentro y esperase—. Me queda poco, así que si quieres puedes esperar aquí sentada mientras termino —indicó, señalando su sofá.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)