4/03/2020, 14:32
—¡Buenos días Eri-san!
Aquella voz fue guía de sus pasos cuando llegó a la forja, y con una sonrisa tonta, se acercó al Sasaki, no sin antes devolver las miradas a todos aquellos que la habían saludado nada más llegar.
—Vamos de nuevo al Dojo, tu Naginata te espera allí.
—Que nervios —fue lo que escucharía Reiji mientras Eri seguía su camino, justo detrás de él una vez se hubiera colocado la camiseta. El mismo camino por la misma senda que él dictaba y que ella acataba con sus piernas, cruzando aquel estanque donde había descubierto que el padre de Reiji quería criar carpas. No tardaron mucho más en llegar al dojo donde reposaba su ansiada Naginata.
Su corazón bombeaba con fuerza al mirar el sitio que indicaba Reiji. Allí, cubierta por una sábana de color blanco, estaba el arma que había pedido. Y cuando la destapó, su corazón paró momentáneamente para observarla: tal y como la había imaginado, allí estaba.
Y era toda suya.
—Venga, cógela.
Eri asintió, aunque caminó despacio, con cuidado, como si se tratase de un sueño del que no quería despertar. Alargó su mano y la tomó entre las dos. No tenía palabras para describir lo perfecta que era.
—¿Que te parece?
—E-es... Es perfecta, es incluso más perfecta de lo que me había imaginado —afirmó, incluso con miedo de probarla por si acaso la rompía o algo—. No sé si...
Con cuidado, la colocó en su mano diestra y la movió, como si quisiera cortar el aire. Era maravilloso ver como se amoldaba a su mano perfectamente, luego dio otro golpe, y otro, era una experiencia que gratificaba a su corazón y hacia que una sonrisa se posicionase en su rostro.
—Es perfecta, de verdad.
Aquella voz fue guía de sus pasos cuando llegó a la forja, y con una sonrisa tonta, se acercó al Sasaki, no sin antes devolver las miradas a todos aquellos que la habían saludado nada más llegar.
—Vamos de nuevo al Dojo, tu Naginata te espera allí.
—Que nervios —fue lo que escucharía Reiji mientras Eri seguía su camino, justo detrás de él una vez se hubiera colocado la camiseta. El mismo camino por la misma senda que él dictaba y que ella acataba con sus piernas, cruzando aquel estanque donde había descubierto que el padre de Reiji quería criar carpas. No tardaron mucho más en llegar al dojo donde reposaba su ansiada Naginata.
Su corazón bombeaba con fuerza al mirar el sitio que indicaba Reiji. Allí, cubierta por una sábana de color blanco, estaba el arma que había pedido. Y cuando la destapó, su corazón paró momentáneamente para observarla: tal y como la había imaginado, allí estaba.
Y era toda suya.
—Venga, cógela.
Eri asintió, aunque caminó despacio, con cuidado, como si se tratase de un sueño del que no quería despertar. Alargó su mano y la tomó entre las dos. No tenía palabras para describir lo perfecta que era.
—¿Que te parece?
—E-es... Es perfecta, es incluso más perfecta de lo que me había imaginado —afirmó, incluso con miedo de probarla por si acaso la rompía o algo—. No sé si...
Con cuidado, la colocó en su mano diestra y la movió, como si quisiera cortar el aire. Era maravilloso ver como se amoldaba a su mano perfectamente, luego dio otro golpe, y otro, era una experiencia que gratificaba a su corazón y hacia que una sonrisa se posicionase en su rostro.
—Es perfecta, de verdad.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)