4/03/2020, 14:40
No tuvo suerte con su compañero —o compañera— flautista, sin embargo, no se vino abajo, pues la acompañó con suaves notas y una voz más baja que la que ella entonaba, hasta que, al final, su compañero volvió a tocar, haciendo una improvisación con las últimas notas de aquella pequeña nana, convirtiéndolo en algo nuevo, algo suyo.
No tardó en darle más vida a aquella canción de cuna, pasando a una melodía mucho más alegre y vivaracha, con movimiento. Música que se bailaría en una festividad, donde los jóvenes irían de un lado a otro robando bailes y moviendo las piernas al compás de la melodía. Eri tomó el relevo y fue ella la que tomó la segunda voz, tocando algunas notas que el otro flautista tocaba, dándole énfasis en las más altas y dejando más espacio en las bajas.
«Seguro que ha ido a muchas fiestas, parece que le gusta la música movida... Yo en cambio siempre he ido a melodías más tristes.»
Cuando la velocidad cayó, Eri tomó de nuevo las riendas, aunque esta vez la melodía cambió a una más lenta, con más graves que agudos. No era un lamento, pero sí denotaba algo triste en contraste con la melodía vivaracha que el otro flautista le había demostrado, como el final de la adolescencia, como el golpe de la realidad.
Haría lo mismo, ella tocaría y esperaría al final para ver si su compañero llevaba el relevo.
No tardó en darle más vida a aquella canción de cuna, pasando a una melodía mucho más alegre y vivaracha, con movimiento. Música que se bailaría en una festividad, donde los jóvenes irían de un lado a otro robando bailes y moviendo las piernas al compás de la melodía. Eri tomó el relevo y fue ella la que tomó la segunda voz, tocando algunas notas que el otro flautista tocaba, dándole énfasis en las más altas y dejando más espacio en las bajas.
«Seguro que ha ido a muchas fiestas, parece que le gusta la música movida... Yo en cambio siempre he ido a melodías más tristes.»
Cuando la velocidad cayó, Eri tomó de nuevo las riendas, aunque esta vez la melodía cambió a una más lenta, con más graves que agudos. No era un lamento, pero sí denotaba algo triste en contraste con la melodía vivaracha que el otro flautista le había demostrado, como el final de la adolescencia, como el golpe de la realidad.
Haría lo mismo, ella tocaría y esperaría al final para ver si su compañero llevaba el relevo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)