7/03/2020, 11:08
Eri escuchó atentamente como Hana le explicaba cada una de sus cosas favoritas. Coincidían en algunas, pero en otras eran contrarias totalmente.
— Ah, sí, el sabor de helado, chocolate, últimamente le estoy dando un pensamiento al chocolate con menta, el frescor de la menta me recuerda a la lluvia y la lluvia...
La joven paró de golpe, y Eri la miró con extrañeza en sus ojos. «Y la lluvia, ¿qué?» pero la chiquilla no paró ahí, pues continuó para concluir su relato con pingüinos y el manga que más le había gustado leer. Ella también lo había leído, pero el final no le había acabado de convencer del todo pues había llorado cual magdalena en su casa.
—Ahora sé qué regalarte por tu cumpleaños, que, por cierto, ¿cuándo es? —fue el turno de Eri en preguntar algo sobre ella.
El Jardín de los Cerezos apareció justo delante de ellas tras aquel intercambio de información. Pese a que todavía no había empezado la fiesta como tal, algunos puestos parecían llevar horas abiertos y ya había niños jugando de arriba a abajo con caretas y manzanas de caramelo en sus manos.
— ¿Quieres comer algo ya, seguir dando un paseo o probar algún puesto de juego?
—Si quieres podemos seguir paseando, no hace falta hacerlo todo ahora que ni si quiera hay nadie —indicó la mayor, prosiguiendo con su camino para mirar qué más había en el festival de aquel año.
— Ah, sí, el sabor de helado, chocolate, últimamente le estoy dando un pensamiento al chocolate con menta, el frescor de la menta me recuerda a la lluvia y la lluvia...
La joven paró de golpe, y Eri la miró con extrañeza en sus ojos. «Y la lluvia, ¿qué?» pero la chiquilla no paró ahí, pues continuó para concluir su relato con pingüinos y el manga que más le había gustado leer. Ella también lo había leído, pero el final no le había acabado de convencer del todo pues había llorado cual magdalena en su casa.
—Ahora sé qué regalarte por tu cumpleaños, que, por cierto, ¿cuándo es? —fue el turno de Eri en preguntar algo sobre ella.
El Jardín de los Cerezos apareció justo delante de ellas tras aquel intercambio de información. Pese a que todavía no había empezado la fiesta como tal, algunos puestos parecían llevar horas abiertos y ya había niños jugando de arriba a abajo con caretas y manzanas de caramelo en sus manos.
— ¿Quieres comer algo ya, seguir dando un paseo o probar algún puesto de juego?
—Si quieres podemos seguir paseando, no hace falta hacerlo todo ahora que ni si quiera hay nadie —indicó la mayor, prosiguiendo con su camino para mirar qué más había en el festival de aquel año.