8/03/2020, 13:03
Su decaída melodía la recordó a momentos oscuros en su corazón, sobre todo en el viaje emprendido esos días fríos de otoño e invierno en busca del muchacho de ojos rojos, pero sabía que simplemente era un recuerdo, algo que ya había vivido y que no tenía por qué experimentar de nuevo, así que, cuando fue disminuyendo, pensó que su compañero de música, a quien le gustaba las melodías más alegres —o eso aparentaba—, le deleitaría con algo más feliz que lo que ella tocaba.
Pero quien estaba detrás de las notas decidió ir por algo calmado, tranquilo, como si calmara la tristeza que asolaba su corazón tras lo tocado, y ella, de vez en cuando soltando notas que acompañan al músico, y seguramente él lo notase algo más vago que antes, solo por el hecho de que había logrado realmente relajarla, recordando tranquilas tardes en el jardín de su casa bien cuidado por su madre, con los pájaros piando y el sol acariciando su piel. Eran tiempos tranquilos, de paz, antes de todo el revuelo de convertirse en ninja.
De nuevo, el flautista desconocido dejó colgando la nota, y ella volvió a tomar las riendas con gusto. Aquella vez, tocó algo más alegre, como si de una gran fiesta se tratase, imaginando escenas de gente bailando alrededor de una hoguera al lado de la playa de Uzushiogakure, o incluso en el Festival de los Cerezos, eso sí que eran fiestas.
Se levantó de la alegría mientras tocaba y fue esa vez como, llevada por la inercia, se acercó al balcón casi contiguo, acercando la melodía y esperando escuchar la otra más cerca, fusionándolas y creando algo todavía por descubrir.
Pero quien estaba detrás de las notas decidió ir por algo calmado, tranquilo, como si calmara la tristeza que asolaba su corazón tras lo tocado, y ella, de vez en cuando soltando notas que acompañan al músico, y seguramente él lo notase algo más vago que antes, solo por el hecho de que había logrado realmente relajarla, recordando tranquilas tardes en el jardín de su casa bien cuidado por su madre, con los pájaros piando y el sol acariciando su piel. Eran tiempos tranquilos, de paz, antes de todo el revuelo de convertirse en ninja.
De nuevo, el flautista desconocido dejó colgando la nota, y ella volvió a tomar las riendas con gusto. Aquella vez, tocó algo más alegre, como si de una gran fiesta se tratase, imaginando escenas de gente bailando alrededor de una hoguera al lado de la playa de Uzushiogakure, o incluso en el Festival de los Cerezos, eso sí que eran fiestas.
Se levantó de la alegría mientras tocaba y fue esa vez como, llevada por la inercia, se acercó al balcón casi contiguo, acercando la melodía y esperando escuchar la otra más cerca, fusionándolas y creando algo todavía por descubrir.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)