10/03/2020, 05:46
El conductor del vehículo parecía aceptar el "código" de conocer al Barba, pero no detenía el carruaje. Ranko pensó que tal vez quería asegurarse que no mentía antes de interrumpir sus labores. Un par de cosas surcaron la mente de la Kusajin al mismo tiempo. En primer lugar, quería contestarle al conductor y contarle de su encuentro con Asuko Yamato. En segundo lugar, no podía quitarse de la cabeza a Karamaru. ¿Seguiría caminando o corriendo hacia el carruaje, muy a la distancia? ¿Se habría detenido para esperar el siguiente carruaje, a pesar de salir éste algunas horas después? ¿Se habría hartado y habría dicho “Mejor nos vemos luego, boluda”(o algo así) y habría regresado a casa? Sólo esperaba que estuviese bien.
La cabeza del hombre desapareció por por un instante, uno en que las alarmas de Ranko se dispararon.
”¡Nooo! ¡Conductor-san, no me ignore!” pero la kunoichi se calmó un poco cuando vio que el hombre le lanzaba una cuerda.
Con la mano izquierda se aferró al techo de carromato, mientras que agitaba la derecha para tomar la soga. Pasó un rato intentando hacer coincidir aquella línea bailarina con su mano abierta, hasta que al fin se le enredó lo suficiente en los dedos como para asirse y tirar de ella. Asistiéndose del chakra, avanzó contra el viento sobre el vehículo, hasta que llegó a donde el conductor. El viento seguía azotándole el rostro, pero ya no corría el riesgo de caer sobre el camino a alta velocidad.
Quiso decirle todo al hombre, pero pasó varios segundos recuperando el aliento en la relativa seguridad de la cabina.
La cabeza del hombre desapareció por por un instante, uno en que las alarmas de Ranko se dispararon.
”¡Nooo! ¡Conductor-san, no me ignore!” pero la kunoichi se calmó un poco cuando vio que el hombre le lanzaba una cuerda.
Con la mano izquierda se aferró al techo de carromato, mientras que agitaba la derecha para tomar la soga. Pasó un rato intentando hacer coincidir aquella línea bailarina con su mano abierta, hasta que al fin se le enredó lo suficiente en los dedos como para asirse y tirar de ella. Asistiéndose del chakra, avanzó contra el viento sobre el vehículo, hasta que llegó a donde el conductor. El viento seguía azotándole el rostro, pero ya no corría el riesgo de caer sobre el camino a alta velocidad.
Quiso decirle todo al hombre, pero pasó varios segundos recuperando el aliento en la relativa seguridad de la cabina.
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