12/03/2020, 13:29
Poco a poco el nerviosismo de Hana iba haciendo mella en la calmada Ranko, y ver a Ranko ponerse nerviosa no hacía más que aumentar los nervios de la rubia, entrando en un bucle sin fin que iba a acabar con ambas matando algún pobre jabalí o conejo que se cruzase en su camino.
—Hana-san. E-en caso que s-sea algo… extraño o peligroso, puedo alejarnos de aquí. P-pero tienes que agarrarte a mí con mucha fuerza, ¿e-está bien? P-prepárate.
La uzujin, temblando ya, se agarró con todas sus fuerzas a la cintura de la kusajin, preparada para lo que tuviese en mente, en caso de que fuese extraño o peligroso. Sin embargo, jamás se esperó lo que vino a continuación. Ranko, sin avisar y tras haber procesado la última comunicación en susurros, pegó un alarido que atravesó los timpanos de Hana de par en par.
—¡¡¿Qué quieres?!!
— ¡AH! — fue un grito breve, de pura sorpresa, antes de volver en sí. — ¡Pero Ranko-san! ¡Avisa si vas a gritar!
_____________________________
Mientras tanto Daigo, en su andar sin ningún sentido, habría llegado frente a una casa de pequeñas dimensiones construida en su totalidad de madera. Ni siquiera tenía un sitio despejado del bosque, estaba rodeada de arboles, colocada ahí como si fuese un árbol más del escenario.
La pared de la que tenía visión el peliverde tenía una puerta en el medio y dos ventanas con cortinas interiores que impedían ver dentro a los lados. Además, se veía salir humo de la chimenea que se alzaba en el centro del tejado. Sin duda, era la típica caseta de campo que dibujaban todos los niños cuando les decías "Dibuja una casa".
—¡¡¿Qué quieres?!!
La voz de Ranko le llegó, en dirección contraria a la casa, es decir, justo por donde había venido.
—Hana-san. E-en caso que s-sea algo… extraño o peligroso, puedo alejarnos de aquí. P-pero tienes que agarrarte a mí con mucha fuerza, ¿e-está bien? P-prepárate.
La uzujin, temblando ya, se agarró con todas sus fuerzas a la cintura de la kusajin, preparada para lo que tuviese en mente, en caso de que fuese extraño o peligroso. Sin embargo, jamás se esperó lo que vino a continuación. Ranko, sin avisar y tras haber procesado la última comunicación en susurros, pegó un alarido que atravesó los timpanos de Hana de par en par.
—¡¡¿Qué quieres?!!
— ¡AH! — fue un grito breve, de pura sorpresa, antes de volver en sí. — ¡Pero Ranko-san! ¡Avisa si vas a gritar!
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Mientras tanto Daigo, en su andar sin ningún sentido, habría llegado frente a una casa de pequeñas dimensiones construida en su totalidad de madera. Ni siquiera tenía un sitio despejado del bosque, estaba rodeada de arboles, colocada ahí como si fuese un árbol más del escenario.
La pared de la que tenía visión el peliverde tenía una puerta en el medio y dos ventanas con cortinas interiores que impedían ver dentro a los lados. Además, se veía salir humo de la chimenea que se alzaba en el centro del tejado. Sin duda, era la típica caseta de campo que dibujaban todos los niños cuando les decías "Dibuja una casa".
—¡¡¿Qué quieres?!!
La voz de Ranko le llegó, en dirección contraria a la casa, es decir, justo por donde había venido.