12/03/2020, 18:03
Al ver que el amejin se quitaba su bandana el genin de ojos azules le imitó, guardándola en su portaobjetos igualmente.
—Llámame Kimura Hinosuke, por ejemplo... En cuanto a eso... Es lo único que se me ocurre para que alguien como yo vaya con un "lugareño" por Inaka... ¿Tú tienes alguna otra idea?
—La verdad es que no se me ocurre nada mejor, dejémoslo en que soy un viajero natural de Inaka y que en uno de mis viajes te contraté para que me hicieras compañía y de mercenario, me parece correcto.
—Creo que deberíamos partir... Solo tengo que llenar unos odres de agua y podemos ir a por el tren... —Se acabó el té y dejó pagados las dos bebidas. —A este invito yo... —Se levantó y Takumi aprovechó para dar los últimos tragos al té y seguir a su compañero a la salida, no sin antes despedirse del camarero.
Tras esto se acercaron sin hablar a la orilla del río que cruzaba el pueblo, llenando los odres y partieron al sur para coger el tren que les llevaría a Inaka. El viaje fue poco menos de ocho horas, fue tranquilo, no hablaron mucho ya que el kazejin aprovechó el viaje para dormir. Pero esto no fue la mejor idea, ya que, tal vez por la dirección hacia la que iban, volvió a tener pesadillas. Las mismas pesadillas de siempre, el se levantaba en su casa de Inaka y veía cómo la Policía Militar se llevaba a su hermano y a sus padres, los llevaba a una plaza y los ajusticiaba en la horca delante de todo el pueblo. Se despertó de golpe en el momento en el que los cuerpos inertes de sus familiares caían de la banqueta y quedaban colgados de la soga.
—¡Ahhhh! —Miró hacia los lados, estaba temblando y sudando, hasta que por fin comprendió que todo fue un mal sueño. —Joder... Otra vez la misma mierda... —Musitó.
Se levantó de su asiento y se dirigió al baño del tren, se lavó la cara y bebió un poco de agua, consiguió tranquilizarse tras unos minutos. Tenían que investigar en Inaka y estaba preocupado, no sabía si los recuerdos del pasado le iban a dejar estar tranquilo y manteniendo adecuadamente la coartada. Al volver a su asiento la voz del maquinista resonó por el vagón, llegaban a la estación de Inaka en escasos diez minutos.
Cuando por fin bajaron del tren sintieron un bofetón de calor, pasaron del clima húmedo y fresco de Yachi al clima seco y caluroso que primaba en todo el País del Viento. El de tez morena aprovechó para cambiarse el calzado y dejar las botas y la capa en la mochila de tela, de la cual sacó un pañuelo de algodón blanco con diseños geométricos de lado a lado de color negro y se lo colocó a modo de bufanda para protegerse la boca y la nariz de la arena que impregnaba el ambiente, quedando visibles únicamente sus dos orbes del color del mar entre el pañuelo y el sandogasa; también aprovechó para abrirse la chaqueta y dejar a la vista una camiseta blanca muy fina, vale que fuera su tierra natal, pero había que acostumbrarse al cambio de temperaturas.
—Bueno Hinosuke-kun... —Se giró hacia el genin de la Lluvia. —¿Por dónde empezamos?
—Llámame Kimura Hinosuke, por ejemplo... En cuanto a eso... Es lo único que se me ocurre para que alguien como yo vaya con un "lugareño" por Inaka... ¿Tú tienes alguna otra idea?
—La verdad es que no se me ocurre nada mejor, dejémoslo en que soy un viajero natural de Inaka y que en uno de mis viajes te contraté para que me hicieras compañía y de mercenario, me parece correcto.
—Creo que deberíamos partir... Solo tengo que llenar unos odres de agua y podemos ir a por el tren... —Se acabó el té y dejó pagados las dos bebidas. —A este invito yo... —Se levantó y Takumi aprovechó para dar los últimos tragos al té y seguir a su compañero a la salida, no sin antes despedirse del camarero.
Tras esto se acercaron sin hablar a la orilla del río que cruzaba el pueblo, llenando los odres y partieron al sur para coger el tren que les llevaría a Inaka. El viaje fue poco menos de ocho horas, fue tranquilo, no hablaron mucho ya que el kazejin aprovechó el viaje para dormir. Pero esto no fue la mejor idea, ya que, tal vez por la dirección hacia la que iban, volvió a tener pesadillas. Las mismas pesadillas de siempre, el se levantaba en su casa de Inaka y veía cómo la Policía Militar se llevaba a su hermano y a sus padres, los llevaba a una plaza y los ajusticiaba en la horca delante de todo el pueblo. Se despertó de golpe en el momento en el que los cuerpos inertes de sus familiares caían de la banqueta y quedaban colgados de la soga.
—¡Ahhhh! —Miró hacia los lados, estaba temblando y sudando, hasta que por fin comprendió que todo fue un mal sueño. —Joder... Otra vez la misma mierda... —Musitó.
Se levantó de su asiento y se dirigió al baño del tren, se lavó la cara y bebió un poco de agua, consiguió tranquilizarse tras unos minutos. Tenían que investigar en Inaka y estaba preocupado, no sabía si los recuerdos del pasado le iban a dejar estar tranquilo y manteniendo adecuadamente la coartada. Al volver a su asiento la voz del maquinista resonó por el vagón, llegaban a la estación de Inaka en escasos diez minutos.
Cuando por fin bajaron del tren sintieron un bofetón de calor, pasaron del clima húmedo y fresco de Yachi al clima seco y caluroso que primaba en todo el País del Viento. El de tez morena aprovechó para cambiarse el calzado y dejar las botas y la capa en la mochila de tela, de la cual sacó un pañuelo de algodón blanco con diseños geométricos de lado a lado de color negro y se lo colocó a modo de bufanda para protegerse la boca y la nariz de la arena que impregnaba el ambiente, quedando visibles únicamente sus dos orbes del color del mar entre el pañuelo y el sandogasa; también aprovechó para abrirse la chaqueta y dejar a la vista una camiseta blanca muy fina, vale que fuera su tierra natal, pero había que acostumbrarse al cambio de temperaturas.
—Bueno Hinosuke-kun... —Se giró hacia el genin de la Lluvia. —¿Por dónde empezamos?