14/03/2020, 20:26
Nubu asintió ante la descripción de Kazuma, identificando a su vecina. Miró a la maleante y tragó saliva. Se preguntó cómo había logrado llevarse a Sasayami y encerrarla, pues se imaginaba a un grupo de malotes musculosos. Sin embargo, su risa y actitud no le dejaban descartarla como peligro.
—Kazuma-sensei… —susurró el infante, temeroso —. ¿Y… y si esa villana es demasiado fuerte para Daigo-sensei y Ranko-sensei? —Nubu realmente quería rescatar a Sasayami, y estaba teniendo una fuerte impresión de una misión ninja.
Por su parte, Ranko seguía un poco sorprendida de ver a su hermana allí, mientras Daigo se tomaba en serio el ser ser un héroe.
—¿Kuu…? ¡No! ¡Yo soy la bandida Kitora, la Tigresa Amarilla! ¡Y si no traen el rescate que pedí, entonces regresarán a casa en pedacitos!
—¿El… Qué pediste?
—Sí ¡el rescate! ¡Estaba en la nota! ¿No puse la nota? —Kuumi revisó sus ropas brevemente, hasta que sacó de por detrás de su cinto un papel doblado —Ooh… Bueno, como sea, ya que están aquí llevarán el mensaje. ¡Cien mil ryōs o esta pequeña no vuelve a casa! ¡Ooh jojojo!
Rasgó el papel y lo tiró al suelo, luego dio varios de pasos hacia adelante, hacia Ranko y Daigo. Hizo algunos sellos.
—Y si quieren hacérselas de héroes, caerán como héroes.
Comenzó a rodearse de gruesos relámpagos que entre ratos conectaban su cuerpo con el suelo, cual arcos voltaicos, dejando marcas ya familiares en el suelo.
—Kazuma-sensei… —susurró el infante, temeroso —. ¿Y… y si esa villana es demasiado fuerte para Daigo-sensei y Ranko-sensei? —Nubu realmente quería rescatar a Sasayami, y estaba teniendo una fuerte impresión de una misión ninja.
Por su parte, Ranko seguía un poco sorprendida de ver a su hermana allí, mientras Daigo se tomaba en serio el ser ser un héroe.
—¿Kuu…? ¡No! ¡Yo soy la bandida Kitora, la Tigresa Amarilla! ¡Y si no traen el rescate que pedí, entonces regresarán a casa en pedacitos!
—¿El… Qué pediste?
—Sí ¡el rescate! ¡Estaba en la nota! ¿No puse la nota? —Kuumi revisó sus ropas brevemente, hasta que sacó de por detrás de su cinto un papel doblado —Ooh… Bueno, como sea, ya que están aquí llevarán el mensaje. ¡Cien mil ryōs o esta pequeña no vuelve a casa! ¡Ooh jojojo!
Rasgó el papel y lo tiró al suelo, luego dio varios de pasos hacia adelante, hacia Ranko y Daigo. Hizo algunos sellos.
—Y si quieren hacérselas de héroes, caerán como héroes.
Comenzó a rodearse de gruesos relámpagos que entre ratos conectaban su cuerpo con el suelo, cual arcos voltaicos, dejando marcas ya familiares en el suelo.
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