14/03/2020, 21:13
El abrazo temeroso de Hana la hizo ponerse aun más nerviosa, pero sus quejas por el grito le hicieron caer en cuenta que tal vez no había sido la mejor idea.
—¡L-lo siento, Hana-san! C-creo que me dejé llevar p-por... ahm... no sé.
Por un momento, nada respondió. Lo único que rompía el silencio eran las voces y respiraciones de las chicas.
"Tal vez... Tal vez lo imaginamos todo. Tal vez no había razón para temer, y sólo nos dejamos llevar por ese chico extraño que... ¿apareció? Sí, debe de ser nuestra imaginación..."
Mas antes de volver a hablar, escuchó la voz. Esta vez, fue mucho más clara que la anterior. La llamaba a ella y a Hana y... ¿pedía ayuda? ¿ofrecía ayuda?
"Sólo otra persona" se repitió Ranko mentalmente.
—Da... ¿Daigo-san? Hana-san, ¿y si esa voz es Daigo-san? —La miró y le dio toquecitos en la cabeza, esperando calmarla con su conclusión. Tendría sentido que el boxeador se dispusiera a buscar a las kunoichi después de perderse. Era una posibilidad mucho más tranquilizante que el que un fantasma se lo hubiese comido —. ¡De-debe de estar buscándonos! ¿No crees? —comenzó a llamar a su compatriota, alzando la voz de a poco para no espantar de nuevo a la rubia —. Daigo-san. ¡Daigo-san! ¡Daigo-san, estamos por acá! ¡Daigo-san!
Comenzaría a caminar hacia la voz, ya más calmada, y esperaba que Hana perdiese el miedo un poco.
—¡L-lo siento, Hana-san! C-creo que me dejé llevar p-por... ahm... no sé.
Por un momento, nada respondió. Lo único que rompía el silencio eran las voces y respiraciones de las chicas.
"Tal vez... Tal vez lo imaginamos todo. Tal vez no había razón para temer, y sólo nos dejamos llevar por ese chico extraño que... ¿apareció? Sí, debe de ser nuestra imaginación..."
Mas antes de volver a hablar, escuchó la voz. Esta vez, fue mucho más clara que la anterior. La llamaba a ella y a Hana y... ¿pedía ayuda? ¿ofrecía ayuda?
"Sólo otra persona" se repitió Ranko mentalmente.
—Da... ¿Daigo-san? Hana-san, ¿y si esa voz es Daigo-san? —La miró y le dio toquecitos en la cabeza, esperando calmarla con su conclusión. Tendría sentido que el boxeador se dispusiera a buscar a las kunoichi después de perderse. Era una posibilidad mucho más tranquilizante que el que un fantasma se lo hubiese comido —. ¡De-debe de estar buscándonos! ¿No crees? —comenzó a llamar a su compatriota, alzando la voz de a poco para no espantar de nuevo a la rubia —. Daigo-san. ¡Daigo-san! ¡Daigo-san, estamos por acá! ¡Daigo-san!
Comenzaría a caminar hacia la voz, ya más calmada, y esperaba que Hana perdiese el miedo un poco.
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